La cuarta copa (Patmos)
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Read between June 4 - June 12, 2025
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Mi cristianismo era evangélico en la forma y calvinista en esencia.
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Me removí en mi asiento mientras pensaba: ¡Claro que sabemos qué es ese todo! Es nuestra redención. Eso es lo que está consumado. Lo que está consumado es nuestra redención. Pero él, como si me hubiera leído el pensamiento, continuó: «Si os quedáis ahí sentados pensando que Jesús se refería a nuestra redención, deberíais darle otra vuelta». Y señaló que en Romanos 4, 25 Pablo dice que Jesús fue resucitado para nuestra justificación. De modo que su misión no quedó «consumada» ese viernes en el Calvario, sino el domingo siguiente en la Tumba del Jardín.
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Gordon-Conwell
Pablo
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No dudó en sanar en Sabbath, por ejemplo, aunque ese día los fariseos prohibían trabajar. Tampoco dudó en tratar con extranjeros —incluso con extranjeras—, algo prohibido también por los fariseos.
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A lo que nosotros hoy llamamos Pascua los antiguos lo llamaban Pésaj: una raíz hebrea que significa «saltarse algo» o «pasar de largo».
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Cuando el ángel de la muerte pasara por las casas, «se saltaría» a las familias de los hebreos. Sus primogénitos quedaban perdonados. Quedaban excluidos. Quedaban salvados. Sus vidas quedaban pagadas con el precio de la sangre del cordero pascual.
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Por memorables que fueran esos acontecimientos, el pueblo elegido era olvidadizo y Dios quiso asegurarse de que contara con un recordatorio fijo.
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E indicó también con qué se debía acompañar: con panes ácimos y hierbas amargas.
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El pan ácimo remitía a la precipitación con que prepararon su última comida en Egipto: no dio tiempo a que la masa fermentara. ¿Y el cordero? Su muerte sustituyó a la de los primogénitos.
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El Señor, por su parte, manifestó claramente que escuchó sus quejas y lo rescató en virtud de «su alianza» con sus antepasados, «con Abrahán, con Isaac y con Jacob» (Ex 2, 24; 6, 5). El libro del Éxodo recuerda a los lectores más de una docena de veces que «la alianza» es la razón por la que Dios actúa en favor de Israel.
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«Alianza» es la traducción al español de la palabra hebrea berit. Los judíos de habla griega la tradujeron como diatheké. Para Israel ese término contenía la clave interpretativa de su historia como pueblo. Toda religión bíblica se basa en esta noción. Desde la primera generación de cristianos, la Escritura (y la historia entera) se dividió en la Antigua Alianza y la Nueva Alianza (v. Ga 4, 24; 2 Co 3, 6 y 14; Hb 8, 6-9 y 13). En Occidente la decisión de traducir el título de las dos partes de la Biblia —diatheké— como «testamento» y no como «alianza», nos hace perder de vista ese significado ...more
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Quienes cumplen esos deberes disfrutan de las bendiciones de la alianza.
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La consecuencia de la desobediencia de Adán fue el distanciamiento de Dios. No obstante, Dios buscó una y otra vez restaurar el vínculo con la humanidad. Estableció una alianza con la familia de Noé, y luego con la de Abrahán y su descendencia. Ahora, en el Éxodo, «recuerda» su alianza con Abrahán, refiriéndose a ella como la razón de la redención de Israel.
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En la Biblia no existe nada más serio que una alianza, la cual se sella con un acto ritual solemne, equivalente a un juramento que invoca a Dios. Los detalles del ritual indican la gravedad del acto. La sangre es la señal de la alianza renovada en la Pascua. Cuando más tarde Moisés entregó la ley a Israel, la llamó «el libro de la alianza»; y tomó la sangre de un sacrificio y «roció con ella al pueblo, diciendo: “Esta es la sangre de la alianza que ha hecho el Señor con vosotros de acuerdo con todas estas palabras”» (Ex 24, 7-8).
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Dennis McCarthy, jesuita del Pontificio Instituto Bíblico.
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Mientras que Dios permaneció fiel, su pueblo cayó repetidamente en el pecado, atrayendo sobre él maldiciones de dimensiones catastróficas: el diluvio, la esclavitud en Egipto, cuarenta años de vida errante en el desierto, la quiebra de un reino y muchos años de exilio en Babilonia.
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El libro del Éxodo era explícito: la Pascua se debía observar todos los años en señal de la renovación de la alianza.
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La Pascua se celebraba en Jerusalén. De hecho, era una de las tres fiestas judías de peregrinación: esas tres veces al año en que la ley obligaba a todo varón israelita a trasladarse a Jerusalén para cumplir con la práctica religiosa (v. Ex 23, 14-17).
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La fiesta se instituyó con dos objetivos: recordar y dar gracias.
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En la religión bíblica la memoria no consiste solamente en el acto psíquico de recordar un acontecimiento pasado, sino en la re-presentación de ese acontecimiento. Todavía hoy, cuando los judíos observan la Pascua, se consideran protagonistas del éxodo y dan gracias por su liberación. Cuando el hijo pregunta al padre cuál es la razón de esa celebración, este último responde con un versículo de la Torá: «Esto es por lo que me hizo el Señor cuando salí de Egipto» (Ex 13, 8). La liberación no era algo propio de la última generación que vivió la esclavitud de Egipto: el acontecimiento de la Pascua ...more
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Una vez llegados a la ciudad, la fiesta duraba ocho días completos.
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La «Pascua» designa propiamente al primer día, cuando se sacrificaba y se comía el cordero.
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En el siglo i el historiador Josefo menciona un año en que se sacrificaron 255.600 corderos y se contó con la asistencia de dos millones de personas. Por mucho que estuviera exagerando, e incluso si reducimos sus cálculos a la mitad, sigue siendo una muchedumbre inmensa. Todos los años, durante al menos una semana, Jerusalén se convertía en una de las ciudades más pobladas del mundo antiguo.
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Pero el sacrificio solo estaba completo después de comer el cordero. Ese era el acto que renovaba la alianza. Ese era el acto que constituía a Israel como nación. Ese era el acto por el que todos los judíos reconocían la comunión entre ellos y con Dios. Por eso las fuentes rabínicas ordenaban que la pobreza no privara de él a ningún judío. Todos debían tener la posibilidad de compartir el cordero pascual —una porción del tamaño al menos de una aceituna— y las cuatro copas de vino que jalonaban el menú de la Pascua.
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La excitación, una confianza exultante y el orgullo nacional se apoderaban de la ciudad en días sucesivos. No es de extrañar que durante la Pascua a veces se produjeran actos de rebelión contra las fuerzas de ocupación[3]
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Las fuentes antiguas mantenían la creencia compartida por los judíos de que el ungido, el Mesías, se manifestaría durante la Pascua.
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Incluso los romanos reconocían la extraordinaria importancia de la Pascua y mostraban su respeto con algunas señales: por ejemplo, la de libe...
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La afirmación no puede ser más clara: «Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado» (1 Co 5, 7). La palabra esencial, pascha en griego, se ha traducido bien como «Pascua», bien como «cordero pascual». Cualquiera de las dos traducciones es válida, porque en aquella época los judíos empleaban el término pascha para referirse tanto a la fiesta como al sacrificio que la caracterizaba: el cordero.
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Como en los ritos del Antiguo Testamento, la muerte de Jesús conllevaba el derramamiento de sangre y la ofrenda de un cuerpo. Como en los ritos del Antiguo Testamento, su muerte sellaba una alianza entre el cielo y la tierra, entre Dios y su pueblo.
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El sacrificio era el principal modo de ratificar, renovar y reparar el vínculo relacional entre Dios y su pueblo. Nuestra palabra «sacrificio» procede de un compuesto latino que significa «hacer sagrado» o «singularizar». (El equivalente hebreo, corbán, posee las mismas connotaciones). Mediante la ofrenda de un sacrificio el hombre prestaba un juramento activo y ponía a Dios por testigo.
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Quien sacrifica reconoce que Dios es el creador y soberano del universo. Toda vida le pertenece. Por lo tanto, el sacrificio es una forma de culto, de alabanza y de acción de gracias.
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Las alianzas con Dios no eran algo trivial, sino asuntos de vida o muerte.
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Reconocía que sus pecados merecían la muerte y ofrecía un animal que ocupaba su lugar. Su sacrificio era la expresión viva de su arrepentimiento.
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A los hebreos se les perdonó la muerte y se les liberó de Egipto no porque merecieran la salvación, no porque fueran inocentes, sino porque Dios es misericordioso.
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El Señor manifiesta claramente que ha instituido el sacrificio no en su propio beneficio, sino en el nuestro.
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Dios enseñó a Israel a sacrificar no para humillar a su Pueblo Elegido, sino para que aprendiera a entregar su vida, a apartarse del pecado y a vivir en alianza con Él.
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Por eso, en la primera Pascua la intención de Dios no fue solamente liberar a unos esclavos de Egipto. Quería liberar a Israel del pecado: que su pueblo fuera libre para entregar su vida en sacrificio.
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defendíamos la práctica del bautismo y de la Cena del Señor, los dos únicos sacramentos reconocidos por Juan Calvino.
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El bautismo, por lo tanto, es la «circuncisión de Cristo» que ahora practican los seguidores de Cristo. Es el sello de la Nueva Alianza, igual que la circuncisión fue el sello de la Antigua.
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Si el bautismo era el sello de la alianza, la Cena del Señor era el medio para renovar la alianza.
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Moisés propició la comunión de Israel —y la comunión con Dios— cuando el pueblo se reunía en Jerusalén para comer el cordero pascual. Ahora Jesús propiciaba la comunión en su Iglesia cuando el pueblo se reunía para comer su «carne» y beber su «sangre» en la cena proclamada por Él como su Nueva Alianza.
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La comida ritual de la Pascua recibe el nombre de seder y el texto que prescribe su desarrollo se conoce como hagadá. Parece ser que la estructura básica del Séder se formalizó mucho antes de la época de Jesús. De hecho, el evangelio da por sentado que los lectores están familiarizados con ella.
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La mayor parte de lo que conocemos hoy en día acerca de dicha estructura procede de la Mishná, la primera compilación de las tradiciones judías recogida por los rabinos en torno al año 200 d.C. La Mishná corrobora el relato de los evangelios y completa muchos de los detalles que los evangelistas dieron por sabidos.
Pablo
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primer paso consistía en una bendición festiva (kidush) pronunciada sobre la primera copa de vino, tras la cual se servía un plato de hierbas.
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segundo paso incluía la recitación del relato de la Pascua junto con el salmo conocido como el «pequeño Hallel» (salmo 113). A continuación se bebía la segunda copa de vino.
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Después venía el plato principal, consistente en cordero y pan sin levadura; y se apuraba la tercera copa de vino, cono...
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La Pascua culminaba con el canto del «gran Hallel» (salmos 114-118) y bebiendo...
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La Mishná atribuye las instrucciones del Séder nada menos que a un maestro como Gamaliel el viejo, contemporáneo de Jesús y señalado en el Nuevo Testamento como maestro de san Pablo (...
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Gamaliel presta una atención especial a los signos rituales —los alimentos y las copas— e insiste en que deb...
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Quien, en la noche de la Pascua, no menciona el cordero pascual, el pan sin levadura y las hierbas amargas, no ha cumpli...
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