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bell hooks
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December 13 - December 16, 2020
la Nación del Islam idealizaba la virilidad y, al mismo tiempo, relegaba a las mujeres a un nivel subordinado.
No habrá libertad para el hombre negro mientras siga defendiendo la subyugación de la mujer negra. Y no habrá libertad para el hombre patriarcal de todas las razas mientras defienda la subyugación de la mujer.
La libertad (y por dicho término no querría evocar un mundo insípido y holgazán en el que cada cual hace lo que le place) en tanto que igualdad social positiva que garantiza a todos los humanos la oportunidad de moldear sus destinos del modo productivo más saludable y común solo podrá ser una realidad completa cuando nuestro mundo deje de ser racista y sexista.
Ningún libro de historia utilizado en escuelas públicas nos habló del imperialismo racial. En lugar de ello, se nos explicaron conceptos románticos del «Nuevo Mundo», el «sueño americano» o Estados Unidos como el gran crisol donde todas las razas se hermanan como una sola.
la mayoría de las mujeres negras que se consideraban feministas revelaban en sus escritos que se las había socializado para aceptar y perpetuar la ideología racista.
la raza dominante se reserva el lujo de hacer caso omiso de la identidad racial mientras que a la raza oprimida se la obliga a ser consciente de su identidad racial en todo momento. Es la raza dominante la que puede hacer que parezca que su experiencia es representativa.
Para unos pocos hombres afortunados, y para muchas menos mujeres, el trabajo ha sido esporádicamente una fuente de realización y creatividad. Pero, para la mayoría, sigue representando, incluso hoy, duro trabajo con arados, máquinas, palabras o números, empujando productos, accionando
Poder trabajar y tener que trabajar son dos cosas distintas.
Cuando las feministas blancas indicaban que el trabajo era el camino a la liberación, no pensaban en las mujeres más explotadas de la población activa estadounidense.
solo se conseguirá cuando todas las mujeres se zafen de la hostilidad, los celos y la competencia mutua que nos ha llevado a ser vulnerables, débiles e incapaces de imaginar nuevas realidades.
Queridos hijos e hijas, cuando el río suena, piedras trae. Creo que si los negros del sur y las mujeres del norte hablan de derechos, el hombre blanco no tardará en estar en aprietos. Pero ¿de qué estamos hablando? Ese hombre de ahí dice que las mujeres necesitan ayuda para subir a los carruajes y para sortear las zanjas, y que siempre les ceden el mejor asiento en todos sitios, pero a mí nunca me ha ayudado nadie a subir a un carruaje ni a saltar un charco de barro, ni tampoco me han ofrecido el mejor asiento. ¿Acaso no soy yo una mujer? ¡Miradme! ¡Mirad mi brazo! He arado y cultivado, y he
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El libro de Eleanor Flexner Century of Struggle, publicado originalmente en 1959, sigue siendo uno de los escasísimos volúmenes históricos sobre el movimiento de los derechos de las mujeres que documenta la participación de las mujeres negras.
La mayoría de las mujeres implicadas en el reciente avance hacia una revolución feminista dan por supuesto que fueron las mujeres blancas quienes iniciaron toda la resistencia feminista al chauvinismo masculino en la sociedad estadounidense y suponen, además, que las mujeres negras no tienen interés en la emancipación femenina.
Las mujeres negras del siglo XIX eran más conscientes de la opresión sexista de lo que lo ha sido ningún otro grupo de mujeres en la sociedad estadounidense en toda la historia.
Mary Church Terrell, una de las primeras mujeres negras que se graduaron por el Oberlin College, fue una portavoz culta y destacada que defendió los derechos de las estadounidenses negras. Persona extraordinaria, dedicó su longeva vida a luchar por la libertad de los negros. Era buena oradora y escribió para diversas causas. Además de liderar la NACW, Terrell hizo campaña contra los linchamientos, se convirtió en socia fundadora de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color [NAACP por sus siglas en inglés] y se sumó a la causa del movimiento sufragista. Representó a las
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le interesaba que lucharan por obtener la igualdad social para su sexo en la esfera educativa.
Las mujeres negras se identificaban racialmente bautizando a sus grupos con nombres como Liga de Mujeres de Color, Federación Nacional de Mujeres Afroamericanas o Asociación Nacional de Mujeres de Color y, dado que se identificaban por la raza, los estudiosos asumen que su interés por mejorar la situación de la población negra en su conjunto eclipsaba su participación en la lucha feminista por propiciar reformas sociales.
China comprimió los pies de sus mujeres y con ello retrasó los pasos de sus hombres.
Cuando surgió el movimiento en defensa de los derechos civiles, las mujeres negras participaron en él, pero no compitieron por eclipsar a los dirigentes masculinos. De ahí que cuando el movimiento concluyó, la opinión pública estadounidense recordase los nombres de Martin Luther King, A. Phillip Randolph y Roy Wilkins, mientras que los de Rosa Parks, Daisy Bates y Fannie Lou Hamer habían caído en el olvido.
El anhelo evidente de las mujeres negras era participar en la búsqueda de la «feminidad idealizada» que caracterizó la década de 1950, y les molestaba que los hombres negros no las ayudaran a hacerlo. Medían a los hombres negros por el listón marcado por los hombres blancos. Y puesto que los blancos definían la virilidad como la capacidad de un hombre de ser el único sostén económico de la familia, muchas mujeres negras empezaron a ver al hombre negro como un «fracasado». Como represalia, los hombres negros afirmaron sin tapujos que las mujeres blancas les parecían más femeninas que las
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Las negras pasaron a ser retratadas como las mujeres castradoras por excelencia aunque no fueran inherentemente más firmes e independientes que las mujeres blancas.
En las décadas de 1960 y 1970, un gran número de mujeres negras, muchas de ellas jóvenes, universitarias y de clase media, se dejaron seducir por la idea romántica de la feminidad idealizada que se popularizó inicialmente durante la era victoriana. Hacían hincapié en que el papel de la mujer era ser la compañera de su hombre. Y por primera vez en la historia de los movimientos de defensa de los derechos civiles negros, las mujeres negras no lucharon en igualdad de condiciones con los hombres negros.
Aunque Angela Davis se convirtió en una heroína del movimiento de los años 1960, no se la admiraba por su compromiso político con el Partido Comunista ni por sus brillantes análisis del capitalismo y el imperialismo racial, sino por su belleza y su devoción a los hombres negros. La opinión pública estadounidense prefería no ver a la Angela Davis «política» y optó por convertirla en una chica de póster. En general, los negros no aprobaban su comunismo y preferían no tomárselo en serio.
Muchas de ellas aceptaron el machismo del hombre negro única y exclusivamente porque tenían miedo de quedarse solas, de no encontrar una pareja. El temor a la soledad o a no sentirse queridas había provocado que mujeres de todas las razas aceptaran el machismo y la opresión sexista. No había nada único ni nuevo en la voluntad de la mujer negra de aceptar el papel femenino definido por el sexismo.
La mujer negra nunca abordó realmente los temas principales del movimiento negro. Dejó de alisarse el pelo. Dejó de usar aclaradores y abrillantadores. Se obligó a ser sumisa y pasiva. Predicó a sus hijos las virtudes del hombre negro. Pero entonces, de repente, el movimiento negro concluyó. Y ahora ha empezado a alisarse el pelo de nuevo, a seguir la última moda que dictan el Vogue y Mademoiselle, a maquillarse las mejillas con un rojo intenso y a hablar, con bastante frecuencia, de la enorme decepción que ha sido el hombre negro.
Abandonamos los grupos, hastiadas de escuchar hablar acerca de la mujer como una fuerza capaz de cambiar el mundo cuando nosotras no habíamos sido capaces de cambiar personalmente.
Enseñar a las mujeres a defenderse de violadores no es lo mismo que trabajar por cambiar la sociedad para que los hombres no violen.
yo opto por reapropiarme del término «feminismo» para subrayar que ser «feminista», en la verdadera acepción de la palabra, es desear la liberación de los roles de género sexistas, la dominación y la opresión para todas las personas, hombres y mujeres.