La lectura, sobre todo la relectura, puede engañarnos fácilmente para que creamos que hemos entendido un texto. La relectura es especialmente peligrosa por el efecto de la mera exposición: en el momento en que nos familiarizamos con algo, empezamos a creer que también lo entendemos. Además, el tema también tiende a agradarnos más (Bornstein, 1989).