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¿no convierte
eso en cómplices a los controladores (y, por lo tanto, al propio Estado)?
el oficial expresaba su opinión de que la escalada de violencia podía atribuirse en gran medida a agentes de la inteligencia británica que estarían «promoviendo deliberadamente el conflicto».
«Nosotros no estábamos allí para actuar como una unidad del ejército —reconoció después un antiguo oficial británico que había estado en la MRF—. Estábamos allí para actuar como un grupo terrorista.»
Para White, el mensaje fue muy claro: «Continúa haciendo lo que haces, pero no nos cuentes los detalles».
«En casi treinta años como policía, jamás me había visto atrapado en semejante maraña de mentiras y traiciones», dijo lord John Stevens, un
alto funcionario de la policía inglesa. Stevens fue seleccionado para investigar la FRU y la connivencia entre paramilitares lealistas y el Estado, pero diversos obstáculos le impidieron seguir adelante.
«Hubo un momento en mi vida en que de buena gana le habría pegado un tiro a quien fuera para salvar a Gerry Adams. Ahora, en cambio, el tiro se lo pegaría a él».
editorial, Faber & Faber, prometió que gracias a Voices from the Grave sería ya «imposible que determinadas formas de negación histórica se perpetúen en la vida pública».
Tanto Mackers como Moloney pensaban que lo que estaba en la cuerda floja era la libertad de expresión y la libertad académica, y que cuanta más publicidad se le diera al asunto, más fácil sería que el Boston College tomara la decisión correcta.
«El IRA impone un código de silencio similar al concepto de omertà dentro de la mafia», decía el escrito enviado a un tribunal federal.
Marian seguía en sus trece, pero el mundo había seguido girando; las cosas habían cambiado de manera profunda e irrevocable.
Adams se limitó a reiterar su afirmación de que, como tanto el uno como la otra eran contrarios al proceso de paz y estaban dolidos, no había que tener en cuenta sus palabras.
Adams no parecía capaz de dar una explicación, y era el hecho de que Hughes y Price hubieran aportado, cada cual por su cuenta, una versión de los hechos casi idéntica en sus pormenores.
«Hay algo que aprendí hace tiempo —contestó Adams—, y es que si no preguntas, te ahorras dar explicaciones.»
Guardar silencio, había decidido de joven, era lo mejor que se podía hacer. «Aunque ellos supieran quién era yo, no les servía de nada. Yo no podía responder a sus preguntas, puesto que no era quien ellos decían que era.»
Adams al grito de «¡Que vuelva el IRA!», a lo que Adams reaccionó diciendo: «Si es que no se ha ido».
Dolours era una libertadora, pero nunca consiguió liberarse a sí misma de esas ideas.»
A Ivor Bell le habría salido más a cuenta seguir el lema al que Adams venía ciñéndose con tanta determinación desde su juventud: «Jamás digas nada». Eso podría haberle salvado.
La indignación está condicionada no por la naturaleza de la atrocidad cometida sino por la afiliación de la víctima y del criminal.
¿Será, entonces, que la manera de percibir una tragedia depende siempre del lugar que ocupa cada cual?
cómo ciertas personas llegan a radicalizarse en su inflexible devoción a una causa, y sobre cómo unos individuos —y toda una sociedad— dan sentido a la violencia política una vez que han atravesado el crisol y
Brendan Hughes recurrió a una metáfora para decir algo parecido. Equiparaba la lucha armada a la botadura de un barco,
los pobres diablos que hicieron la botadura los han dejado tirados en la mierda, el estiércol, la arena».
Irlanda unida,
La verdadera pregunta aquí
es si habría ocurrido o no, tarde o temprano, sin las interven...
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IRA.
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Pero la desventaja de impugnar algo que todo el mundo da por cierto es que el valor de lo que uno dice empieza a depreciarse.