More on this book
Community
Kindle Notes & Highlights
«Las canciones favoritas no se eligen», le respondió Carla, con toda la razón del mundo).
Si alguien le hubiera preguntado por qué andaba con esa navaja en la mochila, él habría contestado que la necesitaba para defenderse, lo que en el fondo era cierto, porque la necesitaba para defenderse de la fealdad.
la idea del amor como un encuentro afortunado y azaroso, avalada por la imperecedera teoría de la media naranja.
–Los sentimientos cambiaron, Gonza.
en plena madrugada del siglo XXI, el cinismo de atribuirlo todo a la borrachera había pasado de moda.
pero ambos sabían que detenerse a conversar rompería el hechizo.
Gonzalo solía pensar que había algún vínculo entre el nacimiento de la claridad y el hecho mismo de avanzar, como si el caminante fuera, de algún modo, responsable del amanecer, o al revés: como si el amanecer generara el movimiento de los pies sobre la acera.
El padre se deja ganar, porque para ser un buen padre hay que dejarse ganar. Ser padre consiste en dejarse ganar hasta el día en que la derrota sea verdadera.
A los dos minutos estaba de vuelta, cubierta con una toalla de Mazinger Z, la única que Gonzalo tenía en casa.
Creía que tenían mucho de que hablar, recordaba demasiadas cosas, algunas porque las había atesorado, porque había querido y conseguido recordarlas, pero también habría podido llenar el silencio con mil imágenes intrascendentes adheridas a su abundante memoria involuntaria.
Durante las siguientes semanas, a punta de paseos al parque y helados de pistacho, empezó a escribirse el borrador de una familia, pero ninguno de los dos tenía claro que ese borrador pudiera convertirse en un libro.
Otras veces pensaba, con absurda y efusiva melancolía, que era en cierto modo su culpa haber llegado tarde.
Y en mapudungun no hay una palabra como padrastro. A los dos, al papá y al padrastro, se les llama chau.
Hay que usar las palabras, aunque no nos gusten. Y si las usamos lo suficiente, capaz que signifiquen algo distinto, capaz que logremos cambiar su significado.
oficialmente el sueño de su vida era viajar a algún país –a cualquier país– donde se hablara inglés, para eso ahorraba.
necesitaba nombrar a la persona con quien compartía buena parte de su vida; necesitaba, sobre todo, aclarar que ese hombre no era su padre.
En el camino lo tentaron a gastarse la plata en discos –sus incipientes gustos musicales eran desconcertantes: desde el metal de Pantera hasta el pop emo de Kudai–,
Tenía menos de una hora para preparar una materia, pero decidió no hacerlo, finalmente sus clases, al igual que casi todo en su vida, resultaban mejor cuando se decidía a improvisar.
estaban completamente dispuestos a la repitencia eterna de una vida que, sobre todo en noches como esa, les fascinaba: narcotizados por el sexo, embellecidos por las carcajadas, eran hasta capaces de saborear las palabras que se abrían y se confundían como si acabaran de aprenderlas: ritual, rutina, rito, rato, ruta.
Generalmente cambiaban las sábanas y las expectativas.
Dicen que eso es la felicidad: nunca sentir que sería mejor estar en otra parte, nunca sentir que sería mejor ser alguien más. Otra persona. Alguien más joven, más viejo. Alguien mejor.
Eso hizo Gonzalo mientras preparaban la operación: fumar rabiosamente y aguantar las lágrimas, lo que no era fácil, porque fumar y llorar son actividades complementarias. En algún momento recordó la costumbre masculina de los habanos para celebrar los nacimientos y se vio a sí mismo como una parodia de padre, con su espantoso Belmont light en los labios. Se distrajo fugazmente decidiendo que en adelante fumaría Lucky Strike o Marlboro.
Salió de nuevo a fumar y ahora sí lloró en la vereda. Había llorado muy poco hasta entonces –sentía la impropiedad, la ilegitimidad de su dolor, pensaba que el llanto le correspondía exclusivamente a Carla, como si hubiera una cuota de llanto, una cantidad preasignada de sufrimiento. Ambos habían perdido el hijo, pero sobre todo ella. Era él quien la consolaría, esa era su misión, su función, su trabajo. Porque el vientre raspado era el de ella.
Quería escribir los poemas que nadie antes había escrito, pero en ese momento pensó que nadie los había escrito porque escribirlos no valía la pena.
se encerraba en el cuartito a leer libros malos, porque los buenos no hacían más que recordarle la complejidad de la vida, mientras que los malos lo tranquilizaban, lo esperanzaban, lo aletargaban.
nada, y ya no hablaron más durante los diez o quince minutos de una caminata que no conducía a ninguna parte, porque a veces se camina simplemente para recibir la purificadora oleada del viento en la cara.
Vicente piensa que son los poetas y no los narradores los que deben capturar absolutamente todos los detalles de cada experiencia vivida, pero no para contarlos, no para vociferarlos en un relato, sino para inscribirlos, por así decirlo, en su sensibilidad, en su mirada: para vivirlos, en una palabra.
quiere escribir un poema o más bien dicho el comienzo de un poema, porque para él un poema es algo que se comienza y solo a veces se termina.
incluso el sol gira en torno al sol
Las antologías son las guías de teléfonos de los poetas jóvenes, aunque quizás los poetas jóvenes no entenderían la comparación, porque crecieron en un mundo en que las guías de teléfonos estaban dejando de existir.
Otra tendencia que la aventura con Pru había modificado radicalmente era la tendencia a la tristeza. La tendencia a la ensoñación seguía intacta.
Fracasar sería, para él, despertar de pronto en medio de una vida insulsa, condenado a la cadena perpetua de un trabajo desgraciado.
Buena parte del tiempo se les iba en citas que no conducían a nada, porque también tenían en común un instinto infalible para meterse con los peores candidatos: era como si se propusieran salir con los más estúpidos, los más crueles, los más egocéntricos.
porque hay veces en que resulta aconsejable o útil o necesario pensar que la persona amada lleva días o meses o años o la vida entera borracha.
Le vino el pensamiento casi insoportablemente romántico de que quería caminar con ella de la mano. No aspiraba a gritarle al mundo que se amaban, simplemente quería que caminaran de la mano por una avenida cualquiera.
pero como son poetas todo el mundo los sigue llamando poetas jóvenes, porque el ejercicio de la poesía no da dinero pero prolonga notablemente la juventud.
León sintió que debía enojarse, que debía reclamar, al fin y al cabo esa era también su casa, pero caminaba más rápido y más liviano y eso le encantaba. Ni siquiera le interesaba tener la razón. Quería nada más que volver a ser soltero. Quería nada más que tocar la armónica tranquilo, a todo pulmón, mientras cagaba.
Pato le traduce a Vicente, que en todo caso ya había entendido, porque el lacerante lenguaje del rechazo amoroso es universal.
Dejó ambos libros juntos en un estante, donde parecían lo que en el fondo eran: los solitarios sobrevivientes de una catástrofe.
Repoblar la biblioteca se volvió una misión urgente que les devolvería la paz o la normalidad o la felicidad o todo eso simultáneamente.
Perdona, pero no puedo creer tu mal gusto.
Y si lo extrañara le contestaría los mensajes. No solo a tu ex le gustaba o le gusta la poesía. Miles de personas en el mundo leen poesía. Millones. Millones de millones.
«Ser un poeta chileno es como ser un chef peruano o un futbolista brasileño o una modelo venezolana»,
Quizás sí aspiran a ser millonarios, porque Neruda fue millonario. Pero entiendo que son muchos los poetas chilenos que murieron en la miseria. La meta en realidad es la trascendencia. Tal vez no descartan ninguna de las dos posibilidades: ni convertirse en millonarios ni morir en la miseria.
–«Nunca tuve más ojos / Que cuando dormías.»
–O sea, soy gay, pero no me gusta que me lo metan, me gusta meterlo. Es más, a mí nunca nadie me lo ha metido, así que soy gay y también soy virgen –dice el poeta, a manera de declaración de principios.
Para mí escribir es una forma de regresar a un lugar donde nunca estuve y que no conozco –dice de repente, emocionada, como si acabara de pensarlo.
Y es bueno saber que tu casa no está pegada a la tierra. Que sirve para la tierra y también para el mar. Es bueno que la casa tenga patas, todas las casas deberían tener patas.
Sacas fotos porque sabes que nunca vas a volver. Tú no quieres volver a verme nunca, porque piensas que soy demasiado intensa, todo el mundo piensa eso. Y porque te gusto.
Por eso escriben poemas, porque no saben hablar.