Camilo Galeano

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Gracias, dijo Juan en voz alta. Con un roce certero, porque ahora él era filo y arma, cortó una de las manos de Eddie. Para mi mujer, dijo. Su Mano de Gloria, que tanto quiere. Me la ofreció y lloré, con desconsuelo y con agradecimiento.
Nuestra parte de noche
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