Una invasión sanguínea de imágenes: miembros cortados, la sangre coagulada en uñas doradas, un lago negro del que salía una mano como si fuese una boya en el Paraná, acantilados en el horizonte, hombres desnudos colgando de una lámpara con caireles gigantes, un cuerpo muerto muy seco y hermoso acariciado por una mujer delgada con la cara cubierta por un pañuelo oscuro, un estanque rodeado de juncos, un estero, un pantano del que salían manos desesperadas por atrapar algo, tanteando el aire, un ahorcado muy quieto colgando de una rama.

