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En la negra noche, un miedo primitivo a la oscuridad hace que prefiramos hablar bajo.
En su día juré no volver a llevar uniforme, pero el tiempo, el dinero y el prestigio nos convierten a todos en mentirosos,
No lucho por causas perdidas, y no lucho si mis oponentes me superan en número.
Después de todo, quizá fuese de utilidad beber té con sabor a barro.
temblor de manos, la expresión de desesperación. Sólo tres clases de hombres entran voluntariamente en La Miseria: los estúpidos, los codiciosos o los desesperados.
Beber me mataría, eso era lo que todo el mundo pensaba, y esos tres estaban llevando esa idea demasiado lejos.
Para ser soldado hace falta tener agallas, disciplina y dureza. Para ser desertor sólo hace falta lo último.
Los críos no tienen ningún tacto. Ésa es una de las razones por las que me caen bien.
Si todos pudiéramos seguir siendo niños siempre, dudo que hubiese estallado una guerra, o que hubiese una Máquina, artillería o espadas.
demasiada crema en la sangre para mi gusto, no suficiente fango.
Si uno sobrevive a los errores que comete, siempre se aprende algo de ellos
Algunos hombres no están hechos para ser padres, y otros no merecen serlo.
Los hombres como él no temen a la noche; cuando se es el señor del baile, uno se cree indestructible.
El destino es un cómico caprichoso.
Por muy alta que sea la posición que uno ocupa en la vida, una mujer siempre le puede lanzar a uno esa mirada de desaprobación y conseguir que uno quiera mejorar. Es en esas miradas donde la vida cobra sentido.
Libra las batallas que puedas ganar, huye de las que no puedas. La mejor lección que había aprendido nunca.
Estaba demasiado herida, demasiado enfadada, y cuando uno tiene ganas de matar, el consuelo es como echar vinagre en una herida.
La noche trajo los horrores y el sol, al salir, demostró que nuestras sencillas vidas seguían allí, igual que antes.
Ella era lo único que había querido de verdad, además de la botella.
Ninguno de nosotros saldremos de esta vida con vida
Es mala idea hacer promesas a niños. Los adultos, como han visto docenas de ellas quebrantadas, comprenden que las circunstancias cambian y que una promesa es, en el mejor de los casos, la confirmación de las intenciones que uno tiene en el momento. Un niño recuerda una promesa pase lo que pase, y querrá que uno la cumpla a toda costa.
No se pueden pronunciar unas palabras y restañar unas heridas que han llegado tan al fondo del corazón de una persona.
pensé que si las leía por la noche, aunque muriera, estaría viendo algo bonito. Y quizá no tuviera miedo.
Nada te hace sentir más impotente que fallarle a un niño.
La gente cree lo que quiere creer, y ello no hace que sea real.
Una era la fantasía de un hombre hecho y derecho, dulces rizos de cabello dorado y la promesa de unas curvas delicadas; la otra, la pesadilla de un niño.
A título individual las personas pueden ser sumamente inteligentes, pero cuando se convierten en turba, cambian. Pasan a ser algo distinto. Algo sumamente estúpido.
La lealtad se compra más fácilmente con unos vasos de alcohol que pagando un salario o mencionando el sentido del deber.
miré las flores del brazo, las que me hice tatuar para recordar a las criaturas que se llevó consigo mi esposa ese día. Las mismas por las que me vendí al cuervo.
Hombres, mujeres —contestó—, todos somos iguales en lo importante.
Cuando se trata de aquéllos a los que quieres, no hay sufrimiento que no se pueda soportar.
Que hayas cogido un zurullo no significa que tengas que atesorarlo
Nuestro sentido de culpa nos define tanto como nuestro orgullo.
Un sentimiento de culpa pequeño, pero los pequeños fracasos importan cuando alguien ya no está.
Héroes es la excusa que pusimos para explicar por qué no odiamos a todos los que llevan una espada. Para fingir que existe un motivo grandioso y noble por el que era la cabeza del otro la que había que partir, no la de uno.
Cuando uno se encuentra al borde de cometer una estupidez peligrosa, las mentiras que nos contamos se derriten como el hielo en primavera.
Saber con qué armas cuenta uno ayuda a tranquilizarse antes de que estalle la tormenta. Permite tener la sensación de que ha hecho todo cuanto estaba en su poder para salir airoso. Naturalmente, lo más inteligente es dar media vuelta y salir corriendo por donde uno vino lo más rápido que pueda.
Pero corremos cuando podemos correr y luchamos cuando es preciso, y a veces llega el alba y no hay más remedio que apretar los dientes, sacar la espada y gritar a la noche.
Cuando a uno le queda una única teja, se juega a la desesperada, rezando a las Parcas para que te den seises.
no es bueno que un crío vea a uno llorando cuando necesita que sea fuerte.
Los niños dominan cualquier habitación en la que entran. Llevamos algo incorporado que insiste en que ellos son lo primero,
Algunas personas no se avergüenzan de llorar, y creo que, en último término, probablemente sean más fuertes por ello.
La verdad no cuenta. La gente creerá lo que quiera creer, porque eso funciona en la realidad artificial que se ha construido.
Probablemente no fuese buena idea ir ya por la tercera botella, pero no somos sino la combinación de nuestros peores vicios.
pero los sueños no son ni profecías ni algo en lo que poder basar las decisiones.