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No se puede encontrar la paz evitando la vida. VIRGINIA WOOLF
—Jean Paul Sartre con Simone de Beauvoir —confirmó Monique sin ocultar su entusiasmo—. Estaban con Dani el Rojo y el cineasta Godard.
Patricia sonrió y alzó la copa. —Nada tiene que ver con Ciencias o Humanidades. No me fío de todos estos que se erigen como líderes mesiánicos de una revolución, suelen guiar al pueblo, que los sigue ciegamente hasta el precipicio, y la mayor parte de las veces ellos se apartan justo al llegar al borde y nunca saltan al vacío, se quedan mirando cómo la masa que los ha seguido va cayendo uno a uno hasta estrellarse contra el suelo... Paradojas. Me producen grima.
—No era tu padre, si estás pensando eso, a él también le llevaron hasta el precipicio. La diferencia es que tu padre esperó a salvar algo más que su propia vida, no podía dejar a su madre viuda y sola. Eso lo retuvo en España y cuando quiso reaccionar se le vino todo encima. El matrimonio con tu madre le salvó... —Su rostro se tornó melancólico—. Tu padre es un hombre íntegro envuelto en papel celofán del régimen.
Para mí, la verdadera revolución está en la gente comprometida que quiera cambiar las cosas de verdad, cambiarlas a mejor, pero eso hay que hacerlo cada día, cada instante de cada día, sin barricadas y mucho menos utilizando la violencia.
—La gente que lee puede ser muy peligrosa para aquellos que pretenden el pensamiento único. La lectura es el germen de toda revolución —dijo Monique satisfecha.
—La filosofía no solo se aprende en la universidad. La filosofía la llevamos todos dentro, o deberíamos llevarla, porque somos filosofía, por naturaleza somos curiosos, hacemos preguntas, buscamos explicación a todo, desde lo más simple a lo más complicado, deberíamos mantener esa capacidad de asombro que tiene un niño, esa es la esencia de la filosofía, no perder la curiosidad innata que tanto enriquece el espíritu. Sin
El que vive de espaldas a la filosofía se arriesga a vivir la vida que otros quieren que viva, y serán los aciertos y errores ajenos, no los propios.
Sofía suspiró en el mismo momento en que, a pocos metros, separados por el muro de los edificios, Klaus Zaisser contenía la respiración y se pegaba los auriculares a la oreja para escuchar la contestación, poniendo
Solo se gana su libertad quien la conquista de nuevo cada día. GOETHE, Fausto
—Mi madre siempre dice que la música abre el corazón y cierra las heridas.