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Kindle Notes & Highlights
latín miser (miserable) y cordis (corazón). Te da la capacidad de comprender a los demás, en sus desdichas y dificultades.
Esa vasija es esta imagen con la firma: Jesús, en Vos confío".
Su Diario es una fuente extraordinaria de conocimientos sobre el amor de Jesús y su Corazón Misericordioso.
Dios suele usar lo poco para hacer lo mucho.
Suelo vivir con un pie en la tierra y otro en el cielo. No me atrevo a soltar el que tengo aferrado a la tierra. Es como un seguro, un signo de que yo puedo por mis propios medios y tal vez, un gesto de desconfianza.
Si confiara de verdad, cuánto habría podido lograr.
“Las gracias de mi misericordia se toman con un solo recipiente y éste es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá”. “Las almas que confían sin límites son mi gran consuelo y sobre ellas derramo todos los tesoros de mis gracias. Me alegro de que pidan mucho porque mi deseo es dar mucho, muchísimo”. “El alma que confía en mi misericordia es la más feliz, porque yo mismo tengo cuidado de ella”. “Ningún alma que ha invocado mi misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión”. “Me complazco particularmente en el alma que confía en mi bondad”. Creo que a
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Señor, te quiero, enséñame a confiar amorosamente… en ti. Mi corazón anhela el cielo. Quiero aspirar a la eternidad, a vivir en la presencia de Dios, pero me falta tanto por recorrer. Quisiera que Dios fuera mi tesoro. Tener caridad. Perdonar siempre. Estar alegre.
Cuando me voy a desanimar, me repito: “nada te turbe”, “todo se pasa”. Y sigo adelante, confiando, esperando.
Juan XXIII: “Comprender, no criticar”.
“Si quieres agradarme, confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente. Las almas confiadas son las robadoras de mis gracias”. (Jesús)
Es más fácil desesperarse que confiar. Es más fácil temer que confiar. Es más fácil esconderse que confiar.
Vivir en las manos de Dios es lo que nos hace felices.
Vivir en la gracia. Y es tan fácil volver a adquirirla. Siempre ayuda estar arrepentidos de todo y acercarse a un sacerdote, al sacramento de la reconciliación. Éste es un primer paso que nos llena de seguridad. Sabernos libres. Con el alma pura.
Yo creo que vale la pena mirar con tiempo a nuestro alrededor y darnos cuenta: ¡Estamos vivos! ¡Qué maravilla!
san Alberto Hurtado.
El hombre está en el mundo, porque alguien lo amó: Dios. El hombre está en el mundo para amar y para ser amado”.
Reconozco mi inutilidad. Sin ti, ¿qué puedo hacer? Tú lo has dicho: “Sin mí no pueden nada”. Y yo, sin ti, nada puedo.
Soy como esa semilla Señor. Siémbrame en tu Corazón, para que pueda germinar y dar frutos.
He comprobado las muchas gracias que recibes cuando lo visitas. Él nunca se cansa de consentirte y llenarte de esperanza. Le encanta que lo visiten. Por eso cuando alguien me viene a ver con un problema encuentro la solución más práctica y le recomiendo: “Visita a Jesús en el Sagrario”. Los he visto regresar a verme asombrados,
Él ha sembrado en nuestros corazones esa necesidad de buscarlo, encontrarlo y amarlo.
Me habría gustado ser santo, agradar a Dios, vivir sumergido en su amor. Pero cada día me cuesta más.
Soy de los que han vivido buscando a Dios, pero sin ir más allá, sin dar ese paso que nos acerca a su Amor. Sin la confianza plena, sin el abandono.
Comprendí lo que me falta: “Tener el corazón totalmente lleno de Dios”.
diferencia entre un hombre bueno y uno santo... Un poco más de amor,
frontera que no nos atrevemos a cruzar por la comodidad y el miedo, la incertidumbre, la desconfianza.
Hay una gran necesidad de ser escuchados. La soledad es la enfermedad de nuestros tiempos.
Si conociéramos el valor de la oración, ese hablar amoroso con Dios, pasaríamos más horas en contemplación. Sabes que Dios te escucha y te mira complacido.
Somos como niños para él, que no han crecido.
Él ve la pureza que aún se conserva en nuestros corazones. Esa chispa le basta para sentirse feliz, y hacerla crecer, y madurar en nosotros el anhelo de eternidad.
¿Qué es lo que más le agrada de nosotros? La inocencia. La pureza de corazón. Que confiemos en Él.
Nos falta ser morada de Dios. Si Dios habitara en nosotros haríamos las cosas que le agradan. Tendríamos valor y caridad.
“El secreto es reconocer nuestra pequeñez ante Dios, nuestro Padre. Tener una actitud de niño al amar a Dios, es decir, amarlo con simplicidad, con confianza absoluta, con humildad sirviendo a los demás”.
de nada valen nuestros esfuerzos si Él no está en medio.
“Creo Señor, pero aumenta mi pobre fe”. Y rezo esta hermosa oración del Papa Clemente XVI:
Señor, yo creo en ti: aumenta mi fe. Confío en ti: fortalece mi confianza. Te amo: hazme amarte más y más. Me arrepiento de todos mis pecados; aumenta mi arrepentimiento.
Sin la oración jamás podremos crecer en santidad, ni comprender lo que Dios nos pide.
san Mateo (6, 24-34):
”No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas”.
Dios espera por ti para sanarte y darte lo que anhela tu corazón, siempre que sea lo mejor para tu alma.
El valor de la confianza es inmenso a los ojos de Dios. Me he dado cuenta que, si confiamos mucho, recibimos mucho. Si confiamos poco, recibimos poco. Debemos confiar, no importa que tan oscuro se vea el panorama.
Poco importa que te consideres un frustrado si Dios te considera plenamente realizado; a su gusto
Tú eres el pequeño y tu Padre es Dios. Confía, que nada malo te va a pasar. Todo lo que te ocurra será para tu bien.
Somos como hijos desobedientes. Amamos a nuestros padres, pero esto no nos impide hacer lo que no debemos. Con Dios es igual. Sin embargo, no todo está perdido. Hay un camino nuevo esperándote. Jesús lo dijo con claridad: “Yo soy el Camino…”
sacerdote amigo me explicó: “Claudio, santo no es el que nunca cae, sino el que siempre se levanta”. Es verdad. Lo importante es levantarse. Tener la certeza de que Dios siempre nos perdona. Es tan sencillo. Sólo hay que arrepentirse, acercarse a un confesionario, proponernos mejorar, luchar, no caer.
San Félix nos dio una receta maravillosa para sostenernos: “Amigo, la mirada en el suelo, el corazón en el cielo y en la mano… el santo Rosario”.
Porque todo, por complicado o injusto que parezca, tiene un propósito maravilloso, un motivo extraordinario, que descubrirás con el tiempo en el Plan de Dios, tu Padre.
Cuando te decides por Él, hará lo imposible por llamar tu atención y te consentirá como al más amado de sus hijos. ¡Es impresionante! Lo he visto cientos de veces en diferentes personas.
Somos discípulos del crucificado. No esperes un trato diferente al que a Él le dieron. Tenemos la esperanza de parecernos a Él. “Varón de dolores”. El discípulo desea siempre parecerse a su Maestro.
La mano de Dios está presente siempre en nuestras vidas. He comprobado las palabras de la Santa Biblia: “Todo ocurre para bien de los que ama el Señor”.

