Después de más de medio siglo de constante compañía, uno mismo —o más bien esa omnipresente voz en la cabeza, ese incesante comentario, interpretación, etiquetado, defensa del yo— quizá sea ya demasiado familiar. No, no estoy hablando aquí de algo tan profundo como el autoconocimiento. Solo acerca de cómo, con el tiempo, se tienden a optimizar y convencionalizar nuestras respuestas a todo lo que la vida nos pone delante. Cada uno de nosotros desarrollamos nuestras maneras abreviadas de clasificar y procesar las experiencias cotidianas y de resolver los problemas, y si bien al principio sin
...more

