Celso dice estar estupefacto por el grado en que las enseñanzas de Jesús parecen contradecir muchas de las establecidas en el Antiguo Testamento. ¿Cambian con el tiempo las reglas de un dios supuestamente omnisciente? Si es así, «¿quién miente: Moisés o Jesús? ¿O es que el Padre, al enviar a este, se había olvidado de lo que ordenara a Moisés?». O quizá Dios, consciente de que estaba cambiando de opinión, envió a Jesús como mensajero legal para dar noticia de que «condenando sus propias leyes, arrepentido, mandó a su mensajero para estatuir las contrarias».[73] Celso tampoco puede entender por
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