Max

33%
Flag icon
En un mundo cada vez más dividido por límites sectarios, Hipatia mantuvo un comportamiento decididamente equidistante, tratando a no cristianos y cristianos con una igualdad meticulosa. El propio Orestes era cristiano. Personas de todas las fes se agolpaban para oír sus conferencias y acudían a su casa en tropel para oírla hablar. Los devotos se reunían a su alrededor constantemente. Quienes habían recibido sus enseñanzas llegaban a mostrar una agitación extática en sus alabanzas; eran los «afortunados» que podían sentarse a los pies de esta «hija luminosa de la razón».
La edad de la penumbra: Cómo el cristianismo destruyó el mundo clásico
Rate this book
Clear rating
Open Preview