Un monje anciano se vio «asediado» por unas mujeres desnudas que se sentaron junto a él durante la comida, mientras que otro vio cómo un demonio se afianzaba en su regazo en la forma de una niña etíope que había visto de joven. Otro monje recibió en el monasterio la visita de una aparición particularmente intemporal, un funcionario de rango medio del Gobierno. El funcionario agarró al monje, que empezó a forcejear con él. A medida que se desarrollaba la pelea, el monje se dio cuenta de que no estaba en presencia de la burocracia sino (la distinción parece ser muy sutil) de la pura maldad. Eso,
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