Piensa en tu futuro matrimonio, le implora. «Mira cuántos goces puedes disfrutar [...]. Tu casa, deshecha en lágrimas, te reclama [...]. Vas a caer, capullito tierno, en vísperas de esponsales [...]. ¿No te mueve [...] ni el amor sagrado de tus ancianos padres, a quienes vas a quitar la vida con tu temeridad?»[198] Eulalia también le ignora.