Max

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Piensa en tu futuro matrimonio, le implora. «Mira cuántos goces puedes disfrutar [...]. Tu casa, deshecha en lágrimas, te reclama [...]. Vas a caer, capullito tierno, en vísperas de esponsales [...]. ¿No te mueve [...] ni el amor sagrado de tus ancianos padres, a quienes vas a quitar la vida con tu temeridad?»[198] Eulalia también le ignora.
La edad de la penumbra: Cómo el cristianismo destruyó el mundo clásico
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