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Se desarrolló un mercado de arte saqueado, y los cristianos, arriesgándose a las represalias de los demonios, se pusieron a retirar y vender las estatuas particularmente valiosas. A su vez, los politeístas, dándose cuenta de que un buen pedigrí artístico podía salvar a una estatua de la mutilación, empezaron a cincelar falsas atribuciones en sus bases. De repente, en el pedestal de muchas estatuas mediocres se afirmaba, de manera completamente falsa, que aquella era la obra de uno de los grandes escultores griegos —Políclito o Praxíteles— para salvarlas de los martillos cristianos.
La edad de la penumbra: Cómo el cristianismo destruyó el mundo clásico
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