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Juan Crisóstomo alentó a los miembros de su congregación a espiarse mutuamente. Entrad en las casas de los demás, decía. Meteos en los asuntos ajenos. Rehuid a quienes no cumplan. Después informadme de todos los pecadores y los castigaré como merecen. Y si no informabas sobre ellos, entonces él podía castigarte a ti también. «Así
La edad de la penumbra: Cómo el cristianismo destruyó el mundo clásico
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