Max

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Había aprecio por las ingeniosas historias de los ateos, que se contaban una y otra vez. Cuando un hombre pidió a un filósofo griego que fuera con él a un santuario a rezar, el amigo le respondió que debía pensar que Dios estaba muy sordo si no podía oírles desde donde estaban.[119]
La edad de la penumbra: Cómo el cristianismo destruyó el mundo clásico
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