algunas de las mayores figuras en la primera Iglesia se volvieron en contra de los atomistas.[91] A Agustín le disgustaba el atomismo precisamente por la misma razón por la que a los atomistas les gustaba; debilitaba el terror de la humanidad al castigo divino y al infierno. Los textos de las escuelas filosóficas que defendían la teoría atómica se vieron afectados.