Otros cristianos a los que se privaba de la ejecución recurrían, en cambio, al suicidio. En el norte de África, en el siglo IV, los habitantes contemplaban horrorizados cómo fieles y «hombres trastornados [...], porque aman el nombre mártir y porque desean el elogio humano más que la caridad divina, se matan a sí mismos».[189] Los métodos de suicidio variaban, pero ahogarse, prenderse fuego y arrojarse a los precipicios estaban entre los más populares. Fuera cual fuese el procedimiento, el objetivo siempre era el mismo, el martirio, la gloria eterna en el cielo y la fama eterna en la tierra, o
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