Si todo en el universo ha sido «formado por fortuitos encuentros, ¿dónde está el Dios ordenador?».[86] La respuesta es evidente, no hay dios. Ningún dios hizo aparecer por arte de magia a la humanidad de la nada, ninguna divinidad le insufló vida, y al morir, los átomos simplemente se reabsorben en este gran mar de materia. «No hay cosa que se engendre a partir de nada por obra divina», escribió Lucrecio en su gran poema Sobre la naturaleza de las cosas, y «nada regresa a la nada».[87] La teoría atómica, por lo tanto, eliminaba la necesidad y la posibilidad de la creación, la resurrección, el
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