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Todo lo que tenía que ver con las viejas religiones era demoníaco. Como tronaba Agustín: «Todas las gentes estaban subyugadas por el demonio, pues le fabricaron templos, le construyeron altares, le instituyeron sacerdotes, le ofrecieron sacrificios, le adjudicaron agoreros como oráculos».[40]
La edad de la penumbra: Cómo el cristianismo destruyó el mundo clásico
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