Pablo A. Solis Jimenez

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Una consecuencia del concepto de los demonios fue que los pensamientos malvados pasaron a ser culpa del demonio y no del hombre; una peculiaridad exculpatoria que significaba que incluso los pensamientos más pecaminosos podían ser —y eran— libremente reconocidos.
La edad de la penumbra: Cómo el cristianismo destruyó el mundo clásico
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