More on this book
Community
Kindle Notes & Highlights
el estoicismo no se centra en suprimir u ocultar las emociones; más bien se trata de reconocer nuestras emociones, reflexionar sobre lo que las provoca y redirigirlas para nuestro propio bien.
virtud ética, que se centra en el desarrollo del carácter y en la búsqueda de la excelencia personal como los pilares para que nuestra vida tenga un sentido,
causalidad universal: todo tiene una causa y todo en el universo se desarrolla de acuerdo con los procesos naturales.
«Un hombre no puede vivir bien si no sabe cómo morir bien».[4]
terapia racional emotiva conductual de Albert Ellis.
La diferencia es crucial: una terapia pretende ser un enfoque a corto plazo para ayudar a las personas a superar problemas específicos de naturaleza psicológica; no es necesario que proporcione un marco general, o una filosofía, de vida. No obstante, una filosofía de vida es algo que necesitamos todos y que todos desarrollamos, de manera consciente o no.
el carácter moral es lo único valioso que merece la pena cultivar;
ataraxia,
necesitamos entrenarnos en el pensamiento virtuoso y correcto,
frase de Séneca: «Los hombres que realizaron estos descubrimientos antes de nosotros no son nuestros amos, sino nuestros guías. La verdad está abierta a todos; aún no ha sido monopolizada. Y queda mucha para que la descubra la posteridad».[10]
la práctica de no sentirse avergonzado de aquellas cosas de las que no hay por qué avergonzarse.
los peripatéticos (los seguidores de Aristóteles)
«Ética» deriva del griego êthos, una palabra relacionada con nuestra idea de carácter; «moralidad» procede del latín moralis, que tenía que ver con hábitos y costumbres.
Existen tres departamentos en los que se debe formar un hombre que quiera ser bueno y noble. El primero se centra en la voluntad de conseguir y en la voluntad de evitar; se debe formar para no fracasar en el logro de lo que desea conseguir ni fracasar en lo que desea evitar. El segundo concierne al impulso de actuar y de no actuar, y, en una palabra, la esfera de lo que es correcto: debemos actuar con orden, con la debida consideración y con el cuidado adecuado. El objeto del tercero es que no debemos engañarnos y no debemos juzgar a la ligera, y en general se ocupa del consentimiento.[5]
las tres disciplinas estoicas: deseo, acción y aprobación.
La disciplina del deseo (que también recibe el nombre de aceptación estoica) nos dice qué es y qué no es adecuado desear.
La disciplina de la acción (conocida también como filantropía estoica,
la disciplina del consentimiento (o concienciación estoica)
los estoicos pensaban que el carácter es lo más importante, sin importar nuestras circunstancias;
Debemos hacer lo mejor con las cosas que están en nuestro poder, y tomar el resto como las presenta la naturaleza. EPICTETO,
Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar, y sabiduría para entender la diferencia.
Plegaria de la Serenidad,
«Si existe un remedio cuando nos golpean los problemas, / ¿qué razón hay para el abatimiento? / Y si no tiene remedio, / ¿qué utilidad tiene abatirse?».[2]
«Haz el mejor uso posible de lo que está en tu poder, y toma el resto como acontezca.
Qué viento sopla?”. “El viento del norte.” ¿Qué podemos hacer con él? “¿Cuándo soplará el viento del oeste?” Cuando quiera hacerlo, buen señor».[4]
Me había preguntado con frecuencia cuándo iba a ocurrir algo peligroso durante mis viajes. «Cuando quiera hacerlo, buen señor.» De nuevo, el viejo filósofo tenía razón.
Uno de los argumentos principales de Epicteto es que tenemos una extraña tendencia a preocuparnos y a concentrar nuestras energías precisamente en aquellas cosas que no podemos controlar.
Cicerón concluía que «acertar en el blanco se puede escoger, pero no se puede desear»,
Epicteto nos explica que el arrepentimiento es una pérdida de nuestra energía emocional. No podemos cambiar el pasado porque está fuera de nuestro control. Podemos, y debemos, aprender de él, pero las únicas situaciones sobre las que podemos actuar son las que están ocurriendo aquí y ahora.
Pero precisamente ese es el poder del estoicismo: la interiorización de la verdad básica de que podemos controlar nuestro comportamiento pero no sus consecuencias —y mucho menos las consecuencias del comportamiento de otras personas— lleva a la aceptación tranquila de lo que ocurra, con la seguridad de saber que hemos hecho todo lo posible teniendo en cuenta las circunstancias.
nada que ames es de tu propiedad; se te entrega durante ese momento, no para siempre ni indisolublemente, sino como un higo o un racimo de uvas en la estación adecuada del año, y si lo ansías durante el invierno, eres un loco.
Siempre vivimos hic et nunc: aquí y ahora.
los estoicos cambiaron el énfasis mucho más hacia lo social, argumentando en esencia que el propósito de la vida para los seres humanos es el uso de la razón para construir la mejor sociedad que humanamente es posible construir.
posturas «metaéticas»: se puede ser escéptico, racionalista, empirista o intuicionista.
una palabra que sigue siendo esencial en nuestro vocabulario moderno: cosmopolitismo, que significa literalmente «ser ciudadano del mundo». O como dijo Sócrates, sin lugar a dudas la influencia más importante en todas las escuelas de filosofía helenísticas: «Nunca [...] respondas a quien [te] pregunte sobre [tu] país: “Soy ateniense” o “Soy corintio”, sino “Soy ciudadano del universo”».[14]
la falacia de la falsa dicotomía: no le está diciendo que existen otras opciones.
«Si debes vivir en un palacio, entonces también puedes vivir bien en un palacio».[9]
Podemos estar sanos o enfermos, ser ricos o pobres, educados o ignorantes, guapos o feos: nada de esto importa. Es más, llegaron hasta el punto de afirmar que las posesiones terrenales se interponen en la práctica en el camino de la virtud: desarrollan en nosotros un apego por las cosas que no tienen importancia, así que estamos mejor sin ellas.
«cínico», que significa perruno),
Es mejor sufrir el dolor de una manera honorable que buscar la alegría de una forma vergonzosa.
no se puede intercambiar nada si el precio compromete nuestro carácter.
no hay ningún velo por encima de una estrella».[6]
En un ensayo titulado “On stupidity”, Robert Musil distingue entre dos formas de estupidez, una que llama “del tipo honorable” por la falta de una capacidad natural y otra, de un tipo mucho más siniestro, que llama la “estupidez inteligente”».[9]
Así que parece que amathia es una palabra crucial que falta en los vocabularios inglés y castellano. Es lo opuesto a sabiduría, una especie de des-conocimiento de cómo tratar con los otros seres humanos y tiene como resultado acciones terribles perpetradas por seres humanos que en otros aspectos son perfectamente funcionales e inteligentes. Más aún, a las personas caracterizadas por la amathia no se las puede persuadir simplemente con argumentos razonados, porque comprenden el argumento, pero tienen una deficiencia crucial en su carácter que, como nos han demostrado los estoicos, se ha
...more
Como sentimos lástima por el ciego o el cojo, así debemos sentir lástima por los que están cegados o cojos en sus facultades más soberanas. Diré que el hombre que recuerda esto no se enfadará con nadie, no se indignará con nadie, no denigrará a nadie, no acusará a nadie, no odiará a nadie, no ofenderá a nadie.»
Pero a toda alma racional, por naturaleza, no le gusta el conflicto; y por eso, mientras un hombre no entienda que está en conflicto, no existe nada que pueda evitar que cometa actos conflictivos, pero cuando lo entiende, la más fuerte necesidad le obliga a abandonar el conflicto y evitarlo.[13]
Leon Festinger.
Nunca se debe confundir la confianza en que al final triunfarás —que nunca puedes permitirte el lujo de perder— con la disciplina para enfrentarse a los hechos más brutales de la propia realidad actual, sea cual sea.[1]
Epicteto había quedado tullido para toda su vida después de que su primer amo le rompiera la pierna y que su afirmación sobre ese hecho había sido: «La cojera es un impedimento de la pierna, pero no de la voluntad; y te tienes que decir lo mismo con todo lo que te ocurra. Porque descubrirás que será un impedimento para alguna otra cosa, pero en realidad no lo será para ti mismo».[5]
Por eso, observar e imitar los modelos es una manera importante para trabajar en nuestra propia virtud. Hacemos algo parecido en las sociedades modernas cuando señalamos ciertas figuras públicas como modelos a seguir para las generaciones más jóvenes. El problema en la actualidad es que, en general, somos bastante malos al escogerlos. Glorificamos a actores, cantantes, atletas y «celebridades» en un sentido amplio, que, como era de esperar, nos decepcionan cuando resulta que su excelencia al interpretar, cantar, jugar al baloncesto, conseguir «me gustas» en Facebook y seguidores en Twitter no
...more