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by
Dave Harvey
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May 8 - May 20, 2018
Gordon Fee dice: «Desde este punto de vista, el encargado debe vivir un matrimonio ejemplar, fiel a su única esposa, en una cultura en la que la infidelidad es común».
Dios llama a los pastores a ser ejemplo en su matrimonio. Si eres llamado, esto será evidente en tu matrimonio.
Deja que la forma en la que guías a tu esposa sea la evidencia de tu llamado. Cuídala, responde sus preguntas, sé paciente, busca ayuda de los demás, oren juntos, inspira su fe y sé aún más paciente. Si el llamado está ahí, la esposa lo seguirá.
Un matrimonio ejemplar, el apoyo de una esposa y los hijos fieles se unen para mostrar una señal esencial para el llamado: una casa «bien gobernada» (1 Tim. 3:4). Un hombre no necesita ser perfecto para tener una casa bien gobernada, pero ciertamente debe ser diligente. Una razón por la que una casa bien gobernada es una buena cualidad a evaluar es que se requieren casi todas las otras cualidades para poder gobernarla.
En ocasiones, el llamado a predicar llega con un precio que puede parecer muy alto.
Yo quería decirles: «Si supieras más sobre el trabajo que implica ser doctor, lo entenderías. ¡Pasamos la mayor parte del tiempo tratando de sanar a las personas para que regresen a su vida de pecado!». Vi a hombres enfermos en sus camas, hablé con ellos sobre su alma y prometieron hacer grandes cosas. Después, mejoraban y volvían al pecado. Veía cómo estaba ayudando a esos hombres a pecar y decidí que no lo haría más. Quería sanar almas. Si un hombre tiene un cuerpo enfermo, pero su alma está sana, estará bien hasta el final; no obstante, un hombre con cuerpo sano y un alma en problemas
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Charles Spurgeon dijo: «Caballeros, si no pueden predicar, Dios no los llamó a predicar».
hemos visto cómo el evangelio toma a pecadores muertos, idólatras y necios, y los transforma en hijos de Dios, discípulos y adoradores: embajadores de Su reino.
Nuestra conversión a través del evangelio es más que un boleto al cielo; es una experiencia única. No solo Dios nos ha dado vida juntamente con Cristo (Ef. 2:5), sino que hemos sido creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas
(Ef. 2:10).
Es por el evangelio que hay trabajo por hacer. Y esto es cierto principal y especialmente para los hombres llamados ...
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«Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado» (Hech. 13:2b).
pasaremos de las cualidades de carácter, a las capacidades de trabajo reveladas por la gracia de Dios en estos hombres.
Al hombre llamado por Dios le es dada la gracia para guiar a la iglesia a través del ministerio de la predicación.
las cosas esperadas de un anciano son las mismas para cada cristiano. Y todas se refieren al carácter, excepto una:
debe ser «apto para enseñar» (1 Tim. 3:2).
«[R]etenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen» (Tito 1:9).
Hay muchas cosas que un pastor debería ser capaz de realizar. Pero, claramente, hay una cosa que necesita ser capaz de hacer para ser pastor. Es necesario que pueda predicar.
«Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprend...
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«Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino».
Hay muchas necesidades que requieren del pastor y su tiempo. Pero la prioridad de un pastor es predicar.
Los pastores deben predicar sin descanso, con valor y paciencia, realizando la tarea encomendada por Dios.
«Apacienta mis ovejas» (Juan 21:17b).
La Biblia establece una estrecha relación entre predicar (o enseñar) y ser pastor.
John McArthur escribe: «Predicar fielmente la Palabra es el elemento más importante del ministerio pastoral».
El hombre llamado por Dios quiere salvar, santificar y fortalecer a su iglesia mediante la predicación. La declaración del evangelio es lo que lleva a la fe salvadora a los escogidos por Dios (Rom. 10:14). A través de la predicación de la Palabra, se obtiene el conocimiento de la verdad que resulta en la piedad (Juan 17:7; Rom. 16:25; Ef. 5:26). Predicar también alienta a los creyentes a vivir con la esperanza de la vida eterna, permitiéndoles sobrellevar el sufrimiento (Hech. 14:21-22).
Charles Spurgeon dice: «Por mucho que sepas, no puedes ser un verdadero ministro si no eres “apto para enseñar”».
Si eres llamado a ser pastor, eres llamado a predicar.
Los pastores protegen a las personas al predicar y preservar el evangelio.
D. A. Carson: Una generación de menonitas estimaba el evangelio y creía que la raíz del evangelio yacía en ciertos compromisos sociales y políticos. La siguiente generación seguía el evangelio, pero enfatizaba los compromisos sociales y políticos. La generación actual se identifica con los compromisos sociales y políticos, mientras el evangelio se confiesa en algunos lugares y se rechaza en otros; el evangelio ya no se encuentra en el centro del sistema de creencias de un menonita.58
«retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen» (Tito 1:9, énfasis añadido).
«Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina» (Tito 2:1, énfasis añadido).
Predicar la sana doctrina significa mantener el evangelio claro y en el centro de todo lo que enseñas y haces.
El hombre llamado por Dios puede entender la forma en la que el evangelio se relaciona con la vida. Conecta la adversidad, el sufrimiento, el matrimonio, el dinero, los hijos y la muerte (las cosas de la vida) con el evangelio.
Un predicador debe hacer más que distribuir. Necesita contenido; necesita el evangelio.
no crean que lo más importante es ser capaz de simplemente presentar la sana doctrina, razonarla desde el púlpito e ilustrarla en la vida real. El evangelio no es tan solo contenido. Es contenido que revela a Jesucristo.
Si predicamos la verdad del evangelio de forma que dejamos a las personas sintiéndose indiferentes ante el Salvador que le da significado al evangelio, no estamos predicando el evangelio.
Llevamos «algo grande y excelente», ...
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«son establecidos en la iglesia, para que representen a la person...
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El llamado a ser pastor es un llamado a predicar. Si ese eres tú, prepárate para que Dios te convierta en un predicador.
A. Quayle si predicar era el arte de preparar un sermón y presentarlo. Él respondió: «No, eso no es predicar. Predicar es el arte de hacer a un predicador y presentarlo».
«Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad» (2 Tim. 2:15).
Abre tu alma a una larga fila de consejeros. ¿Estás triste? Siéntate con Thomas Watson y pide su diagnóstico. ¿Te sientes vacío? Lee a Edwards y satisfácete. ¿Te sientes difamado? Lee la biografía de Spurgeon y considera otra perspectiva. ¿Confundido? Deja que B. B. Warfield descifre las cosas complicadas con agudeza teológica y conocimiento bíblico.
«Trae, cuando vengas, […] los libros, mayormente los pergaminos» (2 Tim. 4:13).
Lutero dijo que tres cosas definían a un teólogo: oratio (oración), meditatio (meditación) y tentatio (tribulación).
E]stamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos» (2 Cor. 4:8-9).
«De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida» (2 Cor. 4:12).
«[S]i somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación» (2 Cor. 1:6).
John Piper es más elocuente que yo en este punto y dice: Dios nunca desperdicia el don del sufrimiento (Fil. 1:29). El sufrimiento es dado a Sus ministros como a Él le place, y está diseñado para consolar y salvar a Su pueblo. El sufrimiento del pastor no es en vano. El dolor del pastor no es en vano. Ninguna adversidad es en vano. Cada angustia tiene el objetivo divino de consolar a los santos, aun cuando nos sintamos completamente inútiles.62
«Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren» (1 Tim. 4:16).