Kindle Notes & Highlights
by
Anand Dilvar
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March 25, 2019 - January 8, 2021
Lo externo es lo que le da sentido a tu vida. Y date cuenta de esto: Lo externo es muy frágil, cambia todo el tiempo y tarde o temprano se acaba. De ahí vienen la angustia, la codependencia y el abandono de ti mismo.
Como no hay nada dentro de mí que me haga sentir valioso y digno de amor, busco afuera algo o alguien que me haga sentir bien acerca de mí mismo.
Los mártires y santurrones no le dan nada bueno al mundo, lo llenan de tristeza, culpa y resentimiento.
Si es el otro el que te valida, el que le da sentido a tu vida o tu razón para existir; si el otro es tu mundo y felicidad, tu sol y el aire que respiras, entonces… ¿quién eres tú? Eres un apéndice, una extensión, un accesorio, un títere, un monigote, un mendigo de amor.
Si tu centro está en otra persona, tú estás perdido.
pendiente de lo que hacen y dicen, al tanto del “qué dirán” tan importante para ti.
Le copias a todo el mundo y sigues modas que ni te quedan. Tratas desesperado de encajar, de gustar, de ser incluido.
Tu vista está enfocada en lo externo porque al mirar hacia adentro lo que encuentras es un vacío terrible y, por lo tanto, tu motivación es externa.
Tus reglas y códigos morales son externos Los sigues solamente por medio al castigo o por la promesa de un premio.
Sin una identidad propia no hay coherencia en lo que piensas, dices y haces.
No tienes disciplina ni la posibilidad de llevar a cabo tus proyectos; no hay nadie ahí dentro que le de seguimiento a lo que te propusiste.
El vacío interior no será llenado con nada externo.
cada vez se hace más evidente para más personas que lo “normal” es una locura colectiva que urge detener o no sobreviviremos.
Buscamos afuera el remedio para nuestra soledad o tristeza, para nuestra falta de amor propio o sentimientos de minusvalía.
Manipular a otros abusando de lo que sabes, de lo que tienes o de cualquier tipo de poder que ejerzas sobre ellos es traicionarte.
tenemos un acuerdo implícito de creer nuestras mentiras para no confrontar ni causar problemas.
Cuando juzgas, criticas, opinas, idealizas o das consejos no solicitados; apuntas con el dedo hacia otras personas y hacia allá va tu poder personal y tu centro: lejos de ti mismo.
Hemos confundido entregarnos a una relación con perdernos en ella.
Trabajar en cuidarte Crear tiempo y espacios para ti.
Nada te dará un sentimiento de propia valía como el cuidar de tu salud física y mental.
Dejar de esperar a que otros cambien y reconocer que a la única persona que puedes cambiar y eso si dedicas toda tu energía y tiempo a ello, eres tú mismo.
Reconocer tus debilidades, problemas y errores para hacerlos tuyos y dejar de buscar culpables.
Un montón de energía y poder personal se ocupan en resistirse a lo que ya es.
La energía utilizada en resistirse y en crear infelicidad, bien puede usarse para buscar soluciones y respuestas.
Aceptar no es resignarse, es más bien dejar de crear sufrimiento. Es cuando dejamos de resistirnos que abrimos la puerta a la creatividad.
Cuando tienes centro disfrutas de tu propia compañía, la pasas bien contigo mismo y no tienes esa imperiosa necesidad de estar con alguien.
Si te atreves a sentir y a mostrarte, vas más allá del ego y lo superficial hacia tu ser auténtico, hacia tu centro.
Meditar es precisamente volver a tu centro, crear espacio entre tú y tu mente, convertirte en el observador de tus pensamientos y de todo lo que pasa dentro de ti.
el testigo desapegado de lo que pasa.
Decir la verdad y enfrentar las consecuencias.
Lo religioso no es espiritual, es justo lo contrario.
En cuanto el hombre tiene sus necesidades básicas satisfechas, lo primero que hace es voltear la vista a su alrededor y preguntarse, “¿De dónde viene todo esto?, ¿Cómo se creó? ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Qué pasa después de la muerte? ¿Cómo se mantiene este orden maravilloso que veo en todo lo que me rodea?
La religiosidad es la muerte de la espiritualidad.
La espiritualidad es lo contrario a la religiosidad. La primera es algo vivo que exige un corazón y una mente abierta a todas las posibilidades; la segunda es algo muerto que demanda la creencia ciega de ideas creadas hace más de dos mil años.
Jesús estaba en contra de la religión, por eso fue crucificado. Él es el arquetipo de una persona con centro: Radicalmente honesto, valiente, amoroso, incapaz de abandonarse incluso si le iba la vida en ello, increíblemente fuerte y, al mismo tiempo, vulnerable y auténtico.
Jesucristo es o bien un hombre muy hermoso o un dios muy feo. No puede ser las dos cosas. O bien es un hombre con centro increíblemente íntegro y honesto, valiente y entregado, que dio la vida por lograr un cambio en el mundo; o es un dios sin centro manipulativo y mártir que llena a todos de culpa y miedo.
para un dios, eterno, omnisciente y omnipotente, convertirse en hombre, dejar que lo martiricen, morir y resucitar al tercer día no es la gran cosa. Él puede hacer lo que le venga en gana, él planea los eventos y controla los resultados. No hay ni riesgo ni pérdida. Es una historia impresionante y muy llamativa pero culpígena, inventada por los hombres para manipular a los hombres.
Un dios diciendo: “Ay pobre de mí, mira lo que hago por ti y te sigues portando mal. Niño malcriado, di a mi hijo único por ti…” Sin embargo, ni es su hijo, porque es él mismo y ni lo dio porque está sentado ahora a su derecha sobre una nube en el cielo.
La muerte que duele realmente es de la que no se resucita. La que es definitiva.
El mérito en la historia de Jesús es la de un hombre valiente, que da la única y preciosa vida que tiene p...
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–El cristianismo fue inventado trescientos años después de Jesús en Roma y fue diseñado con fines políticos. La interpretación que se hizo de lo religioso es definitivamente errónea y llegó ya el momento de ser valientes y admitirlo.
Pero, es una religión de amor. –Eso dicen pero ¿quién puede ser feliz sintiéndose un pecador?, ¿quién puede relajarse pensando que hay alguien observándolo todo el tiempo y criticándolo?, ¿quién puede relajarse con esa imagen horripilante que nos presentan del infierno?
Detrás de todas las religiones, incluso de las que no fomentan la creencia en un dios como el budismo, está la promesa de una vida después de la muerte. Eso es lo que te venden. Suena muy atractivo, sin embargo, si la vida sigue después, todo puedes posponerlo. ¿Para qué esforzarse tanto si esta vida es sólo un paso antes de la “vida eterna”? Sométete ahora a lo que te dicen ya que en la próxima vida te irá mejor. Allá y entonces.
¿Por qué no abrazar lo que nos enseña la ciencia? El hecho de que somos parte de cuatro mil seiscientos millones de años de evolución, de que compartimos un pasado común y que estamos hechos de la misma materia prima de lo que está hecho todo lo que tiene vida. Somos, en todo caso, seres humanos ligados con todo lo que nos rodea intentando tener, por primera vez, una experiencia espiritual.
Porque esta interpretación de la religión te aleja de tu centro, te hace sentir desvalido, asustado, solo, inferior, alejado de la vida e incluso de tu propio cuerpo.
El planeta no es una cosa que te pertenece, tú perteneces a la tierra, de ella saliste; como una madre te viste, te cobija, te alimenta. Y esto es lo verdaderamente espiritual:
Propongo una espiritualidad madura, inteligente, amorosa, incluyente, basada en los hechos, coherente con la ciencia y los nuevos descubrimientos, pragmática, que promueva el escepticismo y el pensamiento crítico.
Bueno, pero necesitamos un código moral para guiar nuestras acciones. ¿O qué? ¿Que cada quien haga lo que le venga en gana?
Lo que guía sus pasos no es la moral, la cual es otro horripilante concepto, sino que su comportamiento es ético, es decir, de respeto para él mismo y para el mundo entero.
Las personas sin centro no tienen disciplina, ni voluntad, ni confianza en ellas mismas y, por lo tanto, tienen pocas posibilidades de lograr lo que quieren. La única solución para ellos (que en realidad es más bien otro pretexto para justificar su mediocridad) es una fórmula mágica, un camino fácil, un “secreto.”

