Sucede lo mismo con el aborto. Permitir a las mujeres que decidan por sí mismas si ponen fin a un embarazo es una bofetada en la cara a todo el modelo familiar del padre estricto, ya que en este, es el padre quien decide si su esposa o su hija deben abortar. Como el padre es quien controla la sexualidad de su hija, cuando la hija tiene una pareja sexual el padre pierde el control. Si este quiere mantener el control sobre su familia, las mujeres que pertenezcan a ella no pueden controlar libremente su comportamiento sexual ni su propia capacidad reproductiva.

