La idea es la siguiente: Cristo sufrió tanto en la cruz que acumuló crédito moral suficiente para todo el mundo y para siempre. Entonces ofreció una oportunidad para llegar al cielo (es decir, la redención) según el modelo del padre estricto: si aceptamos a Jesús como nuestro salvador, o sea, nuestra autoridad moral, y aceptamos obedecer a la autoridad moral de nuestro sacerdote y nuestra Iglesia, podremos ir al cielo.

