El marco de «la guerra contra el terror» presupone que la población debe sentirse atemorizada, y las alertas naranjas y otras medidas y retóricas administrativas mantienen activo el marco del terror. El miedo y la incertidumbre activan de forma natural el modelo del padre estricto en la mayoría de la gente, lo que provoca que el electorado piense en la política en términos conservadores.

