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El hoy famoso vídeo de unos cuervos americanos en una ciudad de Japón muestra a uno de ellos posicionado sobre un cruce peatonal.
Este último ejemplo es el primer caso documentado del uso de un objeto a modo de arma por parte de un ave para atacar a otra, de manera que quizá merezca hacer una pausa para explicarlo.
Tebbich averiguó que los pinzones carpinteros nacen con esta habilidad y no necesitan un tutor adulto para refinarla, si bien sí devienen más habilidosos con el paso del tiempo gracias a un aprendizaje mediante ensayo y error.31
Una característica destacada de estos instrumentos es que, a diferencia de las herramientas fabricadas por otros animales, como los implementos con punta de cepillo que usan los chimpancés y que fabrican de modo secuencial, la forma y el diseño completos de la herramienta «serrada» de pandano está predeterminada antes de su fabricación.42 El cuervo americano la fabrica de principio a fin sin desprenderla de la hoja y sólo la emplea como herramienta tras realizar un último corte que la escinde de ella. Algunos científicos plantean que podría trabajar a partir de una especie de plantilla mental.
En otras palabras, parece que podrían existir estilos o tradiciones locales de fabricación de herramientas que se transmiten de generación en generación.
de ser ello cierto, encaja bastante bien con la definición del término cultura.44
lo cual los convertiría en la única especie no primate conocida hasta la fecha que da muestras de un «cambio tecnológico acumulativo».
Christian Rutz aclara que aún no se dispone de evidencias suficientes para avalar tales afirmaciones; se precisan estudios
disponen de tiempo y tranquilidad mental para juguetear con palitos y hojas punzantes, para hincar y sondear, para morder, rasgar y volver a sondear, sin tener que alzar la vista siquiera.
«pueden componerse una suerte de plantilla mental del diseño regional y usarla como base para elaborar sus propias herramientas
Sabemos que, en lo que respecta a los cantos de los pájaros, existen una serie de plantillas que las crías aprenden mediante el método de ensayo y error, imitando los trinos de los adultos. Quizá se empleen el mismo tipo de circuitos neuronales a la hora de utilizar plantillas para fabricar herramientas».
Se conoce como hipótesis del aprendizaje temprano. Quizá poseer habilidades de aprendizaje en el manejo de herramientas intensivas desempeñe un papel en la prolongación del período juvenil.
los cerebros de los cuervos de Nueva Caledonia tienen recuentos ligeramente superiores de células gliales, que en los seres humanos parecen participar en el mecanismo de aprendizaje y memorización conocido como plasticidad sináptica.
Las acciones de 007 podrían ser más sofisticadas o más simples que esto, apunta Alex Taylor, «una suerte de toma de decisiones momento a momento, sin ningún tipo de simulación mental. Sencillamente, lo desconocemos. Son hipótesis concurrentes que debemos comprobar».
Las personas tienen la impresión errónea de que la ciencia consiste sólo en pensar y experimentar —bromea Loissel—, cuando gran parte del tiempo se invierte en trocear tomates y cortar carne en daditos.»)
De haberse tratado de un problema de intuición, de un entendimiento repentino e instantáneo de la causa y el efecto («tira de la cuerda y la carne se acercará»), los cuervos no habrían necesitado la pista visual para continuar dirigiendo sus acciones.
Ello sugiere que los cuervos americanos entienden el desplazamiento del agua, un concepto físico bastante sofisticado, a la par con la comprensión de un niño de entre cinco y siete años de edad.
las propiedades físicas básicas de los objetos e inferir conclusiones acerca de ellas.
Su comportamiento sugería que eran capaces de atar cabos e inferir que el humano oculto era quien provocaba el movimiento del palo.
¿ Juegan los pájaros? ¿Hacen cosas por mera diversión?
De acuerdo con la zoóloga Millicent Ficken, sólo las aves inteligentes son capaces de realizar actividades de juego complejas.
Por lo que al juego con objetos se refiere, los keas superan de largo a sus parientes córvidos. Son «atrevidos, curiosos e ingeniosamente destructores»,
A los keas les encanta, además, hacer payasadas. Para invitar a jugar a otro pájaro, inclinan la cabeza y se le acercan caminando de lado con las patas tiesas.
el New Zealand Sunday Morning Herald informaba de que un kea había robado setecientos dólares a un turista escocés desprevenido.
«Nuestros estudios revelan un vínculo entre el juego con objetos y el comportamiento funcional en estos pájaros de cerebro grande —apunta Auersperg—. Sin embargo, el papel directo que el comportamiento lúdico desempeña en las capacidades para solventar problemas sigue sin estar claro.
Cabe destacar que todas las aves parecían felices compartiendo mientras jugaban. Ningún pájaro acaparó más de una placa de actividades o más de dos o tres juguetes al mismo tiempo. «No se dieron casos claros de agresión y la monopolización de objetos no fue pronunciada», aclaran los investigadores.
¿qué fue primero: el uso de herramientas o sus impresionantes capacidades cognitivas?
«Si se da el caso de que las herramientas sofisticadas afectan a la inteligencia, entonces las poblaciones con tradición de fabricar herramientas más sofisticadas serían más inteligentes, y ello proporcionaría evidencias de la hipótesis de la inteligencia técnica».
En el pasado reciente, esta concepción ha cambiado y la ciencia sugiere que algunas especies de aves tienen vidas sociales casi tan complejas como la nuestra, para las cuales se precisan habilidades mentales muy sofisticadas.
Incluso las gallinas entablan relaciones sociales complejas.
las gallinas picotean la comida siguiendo un orden jerárquico, de tal manera que quien se encuentra en el escalafón superior disfruta de grandes privilegios en forma de alimento y seguridad, mientras que el peldaño inferior está plagado de vulnerabilidades y riesgos.
Además, entienden los beneficios de la reciprocidad y de compartir, y optarán antes por una recompensa en forma de alimento que vayan a compartir con un humano que por una que vayan a disfrutar en soledad, siempre que sepan que su amigo humano les corresponderá con un gesto recíproco.9
Los cuervos americanos y los cuervos grandes se resisten a trabajar por una recompensa inferior a la que obtiene un igual.
Los córvidos y las cacatúas son capaces de posponer la gratificación si creen que merece la pena esperar a la recompensa, una forma de inteligencia emocional que implica autocontrol, persistencia y la capacidad de motivarse.
Sin embargo, Bugnyar descubrió que los cuervos grandes recuerdan a sus amigos más queridos incluso tras tres años de separación.
En un estudio mediante imagen mental del cuervo americano, Marzluff descubrió recientemente que estas aves reconocen los rostros humanos utilizando las mismas rutas neuronales y visuales que nosotros.
De ahí que no sorprenda que los arrendajos azules sean los héroes bromistas de los chinook y otras tribus de la costa del Pacífico noroeste de Estados Unidos.
Miembro colorido de la inteligente familia de los cuervos americanos, el arrendajo parece intuir el estado mental de su pareja o, al menos, sus deseos, y reacciona dándole lo que más anhela.
Aunque es posible que sólo tuviera en cuenta lo que a él podría apetecerle. Si observarla comer larvas de oruga disminuye su apetito por ese manjar, tal vez esto podría gobernar su elección de lo que va a ofrecerle a continuación. Sin embargo, resulta que contemplarla comer de un plato o del otro no afecta a lo que él mismo elige para sí. Cuando no existe la posibilidad de alimentar a su pareja, escoge entre los dos alimentos en función de sus propias preferencias.
El que un arrendajo macho pueda deducir los apetitos de su pareja simplemente observándola apunta a la posibilidad de que las aves podrían poseer un elemento clave de lo que se conoce como teoría de la mente: el entendimiento de que el prójimo tiene creencias, deseos y perspectivas distintos de los nuestros.
Cabe aclarar que las aves, en efecto, tienen una personalidad propia. Algunos científicos evitan utilizar tal término, por sus matices antropogénicos, y prefieren hablar de temperamento, estrategias de afrontamiento o de superación o de síndrome conductual. Sin embargo, al margen de la expresión que se emplee, lo cierto es que cada ave se comporta de un modo estable y coherente a lo largo del tiempo y en distintas circunstancias, tal como hacemos nosotros.
Damos por sentada la multitud de personalidades distintas en nuestra especie. ¿Por qué no debería existir tal diversidad en otras?
En Suecia y en Finlandia, las investigaciones revelaron que una especie podría obtener información de otra no sólo acerca de fuentes de alimento, sino acerca de qué constituye un buen «hogar».
Los científicos creen que la presión por aprovechar tales fuentes sociales de información no sólo ha conferido a algunas aves una ventaja en la lucha por la supervivencia y la reproducción, sino que también podría haber contribuido al agrandamiento de sus cerebros.
Las aves adiestradas se mantuvieron fieles a empujar la puerta del lado que se les había enseñado y, al cabo de pocos días, los investigadores detectaron que aves locales de cada área adoptaban este mismo comportamiento, con una rápida difusión mediante las redes sociales a gran parte de la población local.
Incluso si un pájaro descubría que podía correr la puerta hacia el otro lado y obtener la misma recompensa, daba continuidad a la tradición local. Y las aves que se desplazaron a una nueva región de los bosques donde se aplicara un enfoque distinto modificaron su técnica con acuerdo al modo local de hacer las cosas.
También se trata, explica Neeltje Boogert, «de la primera evidencia obtenida mediante experimento de una variación cultural persistente relativa a nuevas técnicas de alimentación, que hasta ahora se creía exclusiva de los primates».
Otros experimentos demostraron que los mirlos europeos aprenden a hostigar a una especie de aves normalmente considerada inofensiva, los melifágidos australianos, tras ver a otros mirlos hacerlo.
Una serie excelente de estudios realizados en los últimos cinco años por John Marzluff y sus colegas de la Universidad de Washington han revelado las extraordinarias capacidades de los cuervos americanos no sólo para reconocer a seres humanos por su rostro, sino para transmitir a otros ejemplares información sobre aquellas personas a quienes consideran peligrosas.
Esta tendencia a hostigar a la máscara peligrosa se extendió a los cuervos de un kilómetro a la redonda de las zonas originales de los vecindarios, tal vez mediante las «redes de información» de los cuervos americanos.