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Cuando no estás feliz con algo de tu vida, ¡cámbialo! En verdad, puedes hacerlo.
Empleo este ejercicio para demostrar que cuando actúas, usas poder; cuando intentas, usas fuerza. En la vida, si quieres conseguir algo, es mucho mejor ser poderoso que fuerte.
después no lo hacemos. Sólo por mencionar algunos ejemplos digamos: propósitos de año nuevo, ejercicio, fidelidad, fechas de entrega y hábitos de trabajo. Para cambiar, primero debemos entender nuestro comportamiento. El modelo clásico (la sabiduría popular) dice que primero pensamos y después actuamos conforme a lo que pensamos. De manera curiosa, esto no sucede en las pruebas clínicas. Los médicos decodificaron patrones locales de las señales de resonancia magnética en varias regiones del cerebro. Al hacerlo, demostraron que el cerebro puede mandar señales motoras para una acción antes de
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mayoría de nuestras acciones son resultado del hábito, más que del raciocinio. Esto nos lleva a una pregunta: ¿Cómo unes la brecha entre intentar y hacer? ¿Entre hablar sobre algo y llevarlo a cabo? Y al final, ¿entre fracasar y tener éxito?
Soy un gran fanático de todo lo que funciona.
Tanto el comportamiento funcional como el disfuncional resultan de las decisiones que la gente hace basada en significados creados.
Esto también quiere decir que tenemos el poder de alterar nuestras percepciones, corregir las que nos hunden y mejorar las que nos ayudan.
Las personas engreídas y miserables pueden triunfar y seguir siendo miserables. Eso no es éxito. El éxito es hacer...
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Llegar a conocer bien a alguien puede tomar toda la vida. Las personas siempre están cambiando y evolucionando para bien y para mal. Todos somos capaces de transformarnos. No sé qué vivía Mike mientras estaba en mi clase. Suponía que era el típico estudiante que procrastinaba y no daba el valor suficiente a sus proyectos escolares. En esa época sólo era eso para mí, lo taché de holgazán por esa primera impresión. Ése era el significado que le había dado. No me detuve a pensar que tal vez había cierta grandeza en él. La lección fue clara: nada es lo que piensas. Tú le das el significado a todo.
La disonancia y el pandemónium liberan a las personas, así que no se sienten tan incómodas diciendo en voz alta que las cosas que aprecian no tienen significado. Si estás solo también puedes hacer el ejercicio. Decir cosas en voz alta, incluso para ti, es muy liberador.
Claro que años después me enteré que no existía tal historial. Y la mayor pregunta es: si hubiera existido, ¿habría hecho alguna diferencia en mi vida?
Nadie lo notó… tampoco.
En la vida, la única persona que lleva la cuenta de tus logros y fracasos eres tú.
Al aceptar que tú le das el significado a todo lo que hay en tu vida, te sientes como el amo de ella, en vez de una víctima indefensa de las circunstancias.
Lograr algo sólo por el hecho de lograrlo está vacío.
Para mí, el verdadero triunfo es viajar a otro país, aprender su idioma y encontrar el camino por mí cuenta. El éxito real es aprender a ser autosuficiente. El verdadero triunfo es hacer amigos para toda la vida.
Si lo hacemos bien, la vida no tiene por qué ser una lucha debilitadora, incluso si a veces se requieren esfuerzos considerables.
Desconoce lo conocido y el resultado será sorprendente y encantador, en vez de aburrido, disfuncional y ordinario.
reforzar la imagen de sí mismas que la de sus acciones, por lo tanto, para transformar el comportamiento, primero debes cambiar tu autoimagen.
Algunas experiencias inesperadas, positivas o negativas, cambiarán ligeramente tu autoimagen. A través de cambios repetidos, la imagen entera se va transformando. Hecho de forma correcta, esto aumenta tu sentido de lo que puedes lograr, los psicólogos dicen que tu autoeficacia se incrementa.
La primera es un desplante desencadenado por el cerebro (fuera de nuestro control consciente). La segunda es la respuesta razonada (la cual podemos controlar).
llama secuestro límbico o de la amígdala porque la desencadena este pequeño órgano del sistema límbico del cerebro. La función primaria de la amígdala es mandar una señal a las glándulas suprarrenales cuando se recibe un estímulo de miedo. Tiene una conexión secundaria (y más lenta) al córtex y a otros centros de razonamiento en el cerebro.
Si estás dispuesto a ignorar el impulso límbico inicial, puedes calmar tu córtex, tomar el mando y tranquilizar todo tu cuerpo. Claro, algunas personas necesitan esforzarse más para controlarse. No importa si eres impulsivo por naturaleza, por educación o ambos, puedes aprender a controlar tu reacción secundaria.
cuatro pasos para manejar situaciones en las que estamos bajo el control de un secuestro límbico: • No hagas lo que tu reacción inicial te dicte. • Respira con profundidad. • Concientiza cómo te sientes. • Recuerda un evento pasado que te haga sentir feliz y en paz.6
¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿Cuál es mi propósito? Hazte cada una de estas preguntas de manera repetida y respóndelas con cualquier cosa que te venga a la mente. Escribe tus respuestas en un diario, cuaderno o dilas para ti. No pienses demasiado, sólo contesta.
Al final, entendí. Al seguir jugando sólo al bien y el mal estaba siendo terco y estúpido. El mundo me ofrecía un momento mágico, y lo estaba rechazando.
Cuando me doy cuenta de que estoy en el juego de bien y mal dejo de jugar. La próxima vez que te encuentres en esa situación recuerda: tú le das el significado a todo, así que puedes decidir terminar el juego. No importa si estás bien o mal, pierdes por el sólo hecho de jugar.
Darte cuenta de que puedes cambiar tu actitud hacia cualquier cosa te otorga un poder increíble. ¿Odias lavar trastes? Si lo piensas bien, hay muchas cosas buenas en lavar trastes. Poner las manos en agua caliente es reconfortante. Enjabonar y enjuagar puede ser un placer. Deshacerte del desorden y admirar tu cocina limpia siempre es satisfactorio. Intenta tener otra actitud cuando laves los trastes. Existe la posibilidad de que lo disfrutes.
Pero si empiezas con las cosas pequeñas de la vida, descubrirás que es más fácil abordar las difíciles.
El problema con las razones es que sólo son excusas adornadas.
Los efectos positivos de eliminar el estrés ocasionado por estar a buena hora en las juntas me cambiaron la vida.
Resulta que mi vida funciona mejor cuando no necesito inventar razones
Este chiste usa lo que llamamos una falacia causal. La falacia sucede porque el hombre chasqueando piensa de manera errónea que la correlación implica causalidad.
Cuando dejamos de usarlas para justificarnos, aumentamos las oportunidades de cambiar de comportamiento, obtenemos una autoimagen real y vivimos una vida más satisfactoria y productiva.
Si hubiera tenido una regla en la que cualquiera que llegara tarde iba a reprobar, se habría asegurado de estar a la hora, con o sin llanta ponchada.
Estamos mucho mejor sin razones. Proveen a las personas de excusas para continuar comportándose de manera disfuncional. El mundo sería un lugar mejor sin pretextos ¿verdad?
Este enfoque funciona bien para cambiar tus propias acciones. Pero ¡no se puede usar para cambiar a otros! Decirle a alguien más que sus razones son una basura no es tu trabajo, a menos que te estén pidiendo consejo (como tomar tu clase o leer tu libro).
La mejor manera de componer el mundo es arreglándote a ti mismo.
Haz un pacto contigo de no dar razones a menos que sea una obligación. De hecho, esta posición otorga un poder increíble. Ten la confianza suficiente en tus acciones para no tener que explicarte. Confía en ti y actúa.
Las acciones hablan más que las razones. ¡No des razones a menos que sea necesario!
“dime de qué presumes y te diré de qué careces”.
“Los hombres odian en los demás aquellas cosas que desprecian en sí mismos. Es posible desaprobar a otras personas de manera racional y no apasionada, pero odiarlos es un acto irracional y apasionado. La pasión traiciona el autodesprecio subyacente… El origen del odio radica en los intentos del individuo para repudiar cierto potencial de uno mismo”.
Se basa en una vieja fábula sobre un burro que muere porque no puede hacer una decisión racional entre dos alternativas atractivas, comer heno o beber agua. Esta fábula dio pie al método del burro de Buridan, en el cual la decisión se basa en eliminar la opción que tiene más cosas negativas y así aseguras no terminar como el burro.
“si no sabes a dónde vas, no importa el camino que escojas”.
Tomar decisiones importantes tras una consideración adecuada es una buena forma de vivir la vida. Pero, con frecuencia la gente deja que la agonía de decidir se extienda por mucho tiempo. Como en la fábula del burro, tienen toda la información relevante y aun así no pueden decidir.
“la prueba de la pistola”.
El punto de esto es que la gente se dé cuenta de que no hay forma de saber a dónde te llevará una decisión.
muestra preferencia a la acción y no tengas miedo al fracaso.
Cuando nos damos cuenta de que las decisiones no son de vida o muerte, las podemos tomar sin estresarnos de más.
en cuestiones personales las herramientas cuantitativas pueden ser inadecuadas para captar sutilezas, y por lo tanto llevar a conclusiones erróneas.

