Pero lo que quizá resulta más desalentador es que mi comida orgánica industrial está tan empapada en combustible fósil como su equivalente convencional. Espárragos que viajan en 747 desde Argentina, arándanos transportados en camiones desde México, una ensalada refrigerada a dos grados desde que fue recogida en Arizona (adonde Earthbound traslada toda su explotación cada invierno) hasta el momento en el que cruzo con ella las puertas de mi Whole Foods... La industria alimentaria quema cerca de una quinta parte del petróleo que se consume en Estados Unidos (casi tanto como los automóviles).