Juan Monsalve

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Es cierto que cada vez que un animal se come a otro se desperdician enormes cantidades de energía —nueve calorías por cada uno que consumimos—. Pero si toda esa energía se ha extraído de una mina de sol ilimitada, como ocurre al comer carne de este pasto, esa comida es lo más parecido a un almuerzo gratis que podemos conseguir. En lugar de consumir el suelo, una comida así lo aumenta. En lugar de mermar el mundo, lo amplía.
El dilema del omnívoro: En busca de la alimentación perfecta
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