Lo que probablemente no podría demostrar es que los bajos niveles de estas toxinas presentes en estos alimentos nos harían enfermar —provocarnos cáncer, por ejemplo, o interferir en el desarrollo neurológico o sexual de mi hijo—. Pero eso no quiere decir que esos venenos no nos estén haciendo enfermar: hay muy pocas investigaciones dedicadas a evaluar los efectos de una exposición regular a los niveles de pesticidas organofosforados o de hormonas de crecimiento que el gobierno considera «tolerables» en nuestros alimentos