los cazadores-recolectores promovieron deliberadamente el bienestar de las hierbas con el fin de atraer y engordar a los animales de los que dependían. Los cazadores prendían fuego cada cierto tiempo a la sabana para mantenerla limpia de árboles y nutrir el suelo. En cierto sentido, ellos también eran «cultivadores de hierba», cuidaban de ella a propósito para poder cosechar carne.