Salatin bajó hasta donde sus cerdos hozaban felices y recogió un puñado de compost fresco que puso bajo mi nariz. Lo que semanas atrás era estiércol de vaca y virutas de madera desprendía en ese momento un aroma tan dulce y cálido como el del suelo de un bosque en verano, el milagro de la transustanciación. En cuanto los cerdos completen su alquimia, Joel esparcirá el compost por sus pastos. Allí servirá de alimento a las hierbas para que estas puedan alimentar de nuevo a las vacas, las vacas a las gallinas y así sucesivamente hasta que lleguen las nieves, en lo que constituye una hermosa y
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