maíz es el protagonista de su propia historia, y aunque los humanos hemos interpretado un papel secundario crucial en su dominio del planeta, nos equivocaríamos al creer que fuimos nosotros quienes tomamos las decisiones o que actuamos siempre en nuestro propio interés. De hecho, hay sobradas razones para pensar que el maíz ha conseguido domesticarnos.