los productos frescos, locales y de temporada que tanto valoramos actualmente fueron durante la mayor parte de la historia de la humanidad «una forma de esclavitud», puesto que nos dejaban totalmente a merced de las vicisitudes de la naturaleza. Sin embargo, incluso después de que la gente hubiese aprendido las nociones elementales de la conservación de los alimentos, el sueño de liberar la comida de la naturaleza continuó floreciendo, es más, incrementó su ambición y su fe en sí mismo. En la tercera época del proceso de alimentos, que arranca con el fin de la Segunda Guerra Mundial, limitarse
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