Esto viene gráficamente ilustrado por lo que ocurre cuando se muestra una pintura por la pantalla del televisor. La pintura entra en la casa de cada telespectador. Allí está, rodeada por sus papeles pintados, sus muebles y sus recuerdos. Entra en la atmósfera de su familia. Se convierte en su tema de conversación. Presta su significado al de ellos, y, al mismo tiempo, entra en otro millón de casas y, en cada una se contempla en un contexto diferente. Gracias a la cámara, la pintura viaja hasta el espectador en lugar de a la inversa. En estos viajes, su significado se diversifica.

