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Kindle Notes & Highlights
Estela Bermúdez;
Si hubiese dicho “lo mandamos llamar y...” o “lo mandamos llamar porque...”, hubiese significado algo. No lo hizo. Dijo “pero”.
Es la palabra más puta que conozco
“Te quiero, pero...”; “podría ser, pero...”; “no es grave, pero...”; “lo intenté, pero...”. ¿Se da cuenta? Una palabra de mierda que sirve para dinamitar lo que era, o lo que podría haber sido, pero no es.
Palito Ortega.
“Toda causa que llega desde la comisaría sin sospechosos ni autores conocidos, hay que limpiarla en dos meses. Máximo tres”.
en el momento de ser violada y asesinada, su mujer tenía casi dos meses de embarazo.
García,
juez Aguirregaray
1992.
Pablo Sandoval;
“Liliana Emma Colotto s/homicidio”,
“Isidoro Antonio Gómez, homicidio calificado, art. 80 inc. 7 del Código Penal”.
Si uno es una de esas hojas
los pasos que a intervalos de meses o de años retumban en el pasillo no sirven para medir el tiempo. Alcanzan apenas para sondear la profundidad pavorosa de la soledad.
Isidoro Antonio Gómez.
Pérez
Yo me crié en Beccar. Pero Liliana es de Tucumán. De la capital, de San Miguel.
Vino ya recibida de maestra,
del picnic un muchacho de remera clara, pantalón oscuro y zapatillas, casi en el extremo izquierdo del grupo, ofrecía a la cámara un perfil de tez muy pálida, de nariz ganchuda, de pelo negro y crespo.
El mismo pibe, sentado casi a oscuras junto a una mesa llena de platos con sobras y botellas medio vacías, alzaba los ojos hacia la pareja que bailaba el vals, más precisamente hacia esa Liliana
los brazos rígidos, extendidos hacia la muchacha, como queriendo y temiendo tocarla, y la vista clavada en el piso y no en su rostro, ni mucho menos
en su escote promisorio.
en el living de la casa de ella. Diploma de maestra en el centro, sostenido con orgullo y con sonrisa sin límite por la misma chica...
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El pibe en este caso a la derecha: de nuevo el pelo negro y encrespado, la misma nariz, idéntico gesto duro, la mirada que no busca la cámara sino a la chica cuya sonrisa ilumina la foto por todos lados.
el muchacho casi de espaldas a la acción (que nuevamente repite el conjunto en torno a la egresada, ahora sin el diploma) con la vista clavada en una repisa que tiene al lado, contra la pared. Sobre ese estante, casi a la altura de su nariz, un portarretrato lleno de la cara sonriente de la misma chica, obviamente Liliana Emma Colotto, pero con la ventaja adicional, para ese pibe que la contempla en éxtasis, de que allí sobre la repisa ella está totalmente expuesta, ajena, y a merced de ese muchacho absorto.
Picnic en la quinta de Rosita Calamaro, el 21 de septiembre de 1962
Número diecinueve: Isidoro Gómez.
Delfor Colotto
doña Clarisa.
Humberto.
Isidoro
el Isidoro ya va para un año que se fue a Buenos Aires,
“Falta poco, Delfor. Controlate, por el amor de Dios te lo pido”,
mamá
igual de reservado que el padre, que en paz descanse,
Era un hombre de expresión dura, montada en un físico de ropero.
Quince, veinte años.
usaba un bigote grueso que hubiese hecho parecer viejo...
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su forma serena y directa de ejercer ...
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me veía como un genio incomprendido,
escribirle a su suegro para que averiguase el paradero actual de Isidoro Gómez.
Leguizamón.
Dostoievski,
El de Crimen y castigo.
tipos capaces de pegarse un tiro por la culpa,
me llamó la atención el modo en que miraba, eso de mirar a una mujer adorándola a la distancia. No sé
cuando no se pueden decir las cosas, las miradas se cargan de palabras.
Usted es bueno usando las palabras, Chaparro. Tendría que ser escritor,
que si yo reparé en esa forma de mirar era porque también había escudriñado a otra mujer del mismo modo. Ese anochecer caluroso de diciembre de 1968, como tantas veces en el año que llevaba de haberla conocido, lamenté profundamente no estar casado con ella.

