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Ni una sola gota de agua llegaba a la frontera con México en la actualidad, daba igual cuánto protestara el país contra el Pacto del Río Colorado y la Ley de Ríos. Los niños de los Estados de los Cárteles crecían y morían pensando que el Colorado no era más que otra leyenda, como el chupacabras de las historias que le contaba a Angel su abuela.
A Angel siempre le había gustado el desierto, por su ausencia de ilusiones.
—Todo es malo —dijo Maria—, hasta que encuentras algo peor.
Esto era el apocalipsis, ni más ni menos. El mundo después de que de todas sus leyes ya no quedara ni rastro.
Por otra parte, cuando la gente perdía la esperanza, en ocasiones también perdía su humanidad.