Frankenstein
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Read between October 2 - October 13, 2025
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Los acontecimientos que influyen decisivamente en nuestros destinos a menudo tienen su origen en sucesos triviales.
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¡pero qué fama alcanzaría mi descubrimiento si yo pudiera eliminar la enfermedad de la condición humana y conseguir que el hombre fuera invulnerable a cualquier cosa excepto a una muerte violenta!
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Transcurre mucho tiempo antes de que la mente humana pueda convencerse de que la persona a quien se ve todos los días, y cuya simple existencia parece parte de la nuestra, se ha ido para siempre; pasa mucho tiempo antes de que podamos convencernos de que la mirada brillante de un ser amado se ha apagado para siempre y de que el sonido de una voz familiar y querida se ha acallado definitivamente, y nunca más volverá a escucharse.
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Aprenda de mí, si no por mis consejos, al menos por mi ejemplo, y vea cuán peligrosa es la adquisición de conocimientos y cuánto más feliz es el hombre que acepta su lugar en el mundo en vez de aspirar a ser más de lo que la naturaleza le permitirá jamás.
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Era ya la una de la madrugada, la lluvia tintineaba tristemente sobre los cristales de la ventana, y la vela casi se había consumido cuando, al resplandor mortecino de la luz, pude ver cómo se abrían los ojos amarillentos y turbios de la criatura.
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y entonces, a la pálida y amarillenta luz de la luna, que se abría paso entre los postigos de la ventana, descubrí al engendro... aquel monstruo miserable que yo había creado. Apartó las cortinas de mi cama y sus ojos... si es que pueden llamarse ojos, se clavaron en mí.
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No soportaba la presencia de nadie; cualquier gesto de alegría o satisfacción era una tortura para mí. La soledad era mi único consuelo... una soledad profunda, negra, como la muerte.
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Aquellos paisajes sublimes y magníficos me proporcionaban todo el consuelo que podía recibir. Me elevaban por encima de la mezquindad; y aunque no podían disipar mi dolor, lo mitigaban y lo acallaban.
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La contemplación de lo terrible y lo majestuoso en la naturaleza siempre ha tenido en realidad la capacidad de ennoblecer mi espíritu y de hacerme olvidar las preocupaciones pasajeras de la vida.
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yo debería ser vuestro Adán... pero, bien al contrario, soy un ángel caído, a quien privasteis de la alegría sin ninguna culpa; por todas partes veo una maravillosa felicidad de la cual sólo yo estoy irremediablemente excluido. Yo era afectuoso y bueno: la desdicha me convirtió en un malvado.
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Al principio aquellas lecturas me dejaron absolutamente perplejo; pero, poco a poco, descubrí que cuando leía profería los mismos sonidos que cuando hablaba; así que pensé que él veía en el papel ciertos signos que entendía y que podía decir, y yo deseé fervientemente comprender aquello también.
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Mientras mejoraba mi forma de hablar, también aprendí la ciencia de las letras, mientras se las enseñaban a la extranjera; y esto me abrió todo un mundo de maravillas y placeres.
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¡Qué cosa más extraña es el conocimiento! Cuando se ha adquirido, se aferra a la mente como el liquen a la roca.
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Apenas puedo describiros el efecto de esos libros. Produjeron en mí una infinidad de imágenes e ideas que algunas veces me elevaban hasta el éxtasis pero más frecuentemente me hundían en la más profunda desolación.
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Muchas veces pensaba que en realidad pertenecía a la estirpe de Satán;
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¡Maldito, maldito Creador! ¿Por qué tuve que vivir? ¿Por qué en aquel instante no apagaste la llama de la existencia que caprichosamente me diste?
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Aquel vendaval se hizo más y más violento hasta convertirse en un poderoso huracán y produjo una especie de locura en mi ánimo que rompió todas las ataduras con la razón y la reflexión.
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toda alegría no era sino una burla para mí, que insultaba mi estado de desolación, y me hacía sentir más dolorosamente que yo no estaba hecho para la felicidad.
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Visité Edimburgo con mirada y espíritu lánguidos, aunque aquella ciudad podría haber cautivado el interés del ser más desdichado.
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—No sé cuáles son las costumbres de los ingleses —dijo aquel hombre—, pero la costumbre de los irlandeses es detestar a los criminales.
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Su rostro era duro e implacable, como el de las personas acostumbradas a contemplar el dolor sin mostrar comprensión ninguna.
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pero el estado habitual de mis emociones era la apatía, para la cual una prisión es lo mismo que un palacio en el paisaje más hermoso que pueda pintar la naturaleza;
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Nada es tan doloroso para la mente humana como un cambio violento y repentino.
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Mi corazón estaba hecho para el amor y la comprensión; y, cuando las desgracias me empujaron hacia la maldad y el odio, no soporté la violencia del cambio sin un sufrimiento tal que usted sería incapaz de imaginar.
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El ángel caído se convierte en un demonio maligno. Pero él... incluso él, el enemigo del hombre, tuvo amigos y compañeros. Yo estoy absolutamente solo.
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Yo mismo levantaré mi pila funeraria y me consumiré en cenizas, para que mis restos no puedan sugerir a ningún desgraciado curioso e ingenuo que puede ser capaz de crear a otro como yo.
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Quien me creó ha muerto; y cuando yo muera, el recuerdo de mí morirá para siempre.
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pronto estos pensamientos... estas dolorosas heridas... ya no existirán.