Byron  Márquez

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había un trineo parecido al que ya habíamos divisado. Unicamente un perro permanecía vivo; pero había un ser humano en el trineo, al cual los marineros intentaban persuadir de que subiera al barco. No parecía, como el viajero de la noche anterior, un habitante salvaje procedente de alguna isla inexplorada, sino un europeo.
Frankenstein: Clásicos de la literatura
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