Byron  Márquez

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Cuando volvía en razón me regañaba, y se esforzaba por inculcarme resignación. Mas, si bien los desdichados pueden aprender a resignarse, ¡no hay paz posible para los culpables! Las torturas del remordimiento envenenan hasta la tranquilidad que, a veces, procura una tristeza infinita.
Frankenstein: Clásicos de la literatura
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