Todos nacemos con un destino —dijo finalmente la anciana—. Pero también debemos elegirlo por nosotros mismos. El destino y el libre albedrío realizan una danza durante toda tu vida. Hay una constante batalla entre los dos. Qué lado ganará… bueno, eso depende. —¿Depende de qué? —preguntó Kyra. —De tu fuerza de voluntad. De lo desesperadamente que quieres algo —y de lo bendecida que seas por Dios. Y tal vez más que nada, de lo que estés dispuesta a sacrificar.

