Cuando relacionamos grande con malo desencadenamos una sensación de retraimiento. Nos parece más seguro encoger nuestras aspiraciones. Nos parece más prudente quedarnos donde estamos. Pero ocurre justamente el efecto contrario: cuando pensamos que lo grande es malo, una mentalidad empequeñecida es la que domina nuestra vida y lo grande nunca llega a ver la luz del sol.

