¿en quiénes confiábamos antes de que los científicos (y a su vez los gobiernos, los organismos de salud pública y los productores de alimentos) nos dijeran qué debemos comer? Confiábamos, qué duda cabe, en nuestras madres, nuestras abuelas e incluso en nuestros antepasados más lejanos, lo cual es otra forma de referirnos a la tradición y la cultura.