Hoy en día, los alimentos se procesan pensando específicamente en aprovechar nuestras debilidades evolutivas para que compremos y comamos más: nuestra preferencia innata por el dulce, las grasas y la sal. Son sabores que cuesta encontrar en la naturaleza, pero que se fabrican fácilmente y por poco dinero, así que los científicos de la industria de la alimentación los pueden utilizar y conseguir así, con su procesamiento, que consumamos estas rarezas en una cantidad mucho mayor de lo que sería bueno para nuestro organismo.