desde las que tienen un alto contenido en lípidos (los inuits, en Groenlandia, subsisten en gran medida gracias a la grasa de foca) hasta las dietas basadas en hidratos de carbono (los indígenas de América Central se alimentan sobre todo de maíz y frijoles) o las que tienen un alto contenido proteico (los masáis, en África, viven principalmente de la sangre, la carne y la leche de su ganado), por citar solo tres ejemplos muy extremos.