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Para ti debe ser más fácil aceptarlo porque al menos cuentas con tu religión. –Me duele como a ti, pero tengo menos miedo de la muerte y más esperanza en la vida –replicó abrazándome.
¿Cómo sacudirme la culpa?
La mente selecciona, exagera, traiciona, los acontecimientos se esfuman, las personas se olvidan y al final sólo queda el trayecto del alma, esos escasos momentos de revelación del espíritu. No interesa lo que me pasó, sino las cicatrices que me marcan y distinguen.
Siempre me sentí diferente, desde que puedo recordarlo he estado marginada; no pertenecía realmente a mi familia, a mi medio social, a un grupo. Supongo que de ese sentimiento de soledad nacen las preguntas que impulsan a escribir, en la búsqueda de respuestas se gestan los libros.
Por lo general en aquella época y en esa parte del mundo las muchachas permanecían recluidas en su casa y en el colegio hasta el día de su boda, si tenían la desdicha de casarse, momento en que cambiaban la prisión paterna por la del marido.
La condición femenina es una desgracia, hija, es como tener piedras atadas a los tobillos, no se puede volar.
Tengo dos vidas, una despierta y otra dormida.
Las miserias de la enfermedad nos igualan, no hay ricos ni pobres, al cruzar este umbral los privilegios se hacen humo y nos volvemos humildes.
La fe es un regalo, Dios te mira a los ojos y dice tu nombre, así te escoge, pero a mí me apuntó con el dedo para llenarme de dudas.
Para ese viejo valiente, mientras más profunda la herida más privado era el dolor.
Consideraba el matrimonio como un pésimo negocio para las mujeres, en cambio lo recomendaba sin reservas a su descendencia masculina.
Nos adoptamos mutuamente porque yo necesitaba otra madre y ella tenía espacio libre en el corazón,
Nunca se me ocurrió que la maternidad fuera optativa, la consideraba inevitable, como las estaciones.
El viejo dispuso de muchos meses de silencio para repasar sus recuerdos y concluyó que la vida es una buena vaina, y no hay que tener tanto miedo de dejarla. Nos olvidamos que de todos modos caminamos hacia la muerte, decía a menudo.
Ella sigue viva –dijo– porque yo no la he olvidado ni por un solo momento. Suele venir a verme.
Los varones controlan el poder político y económico, la cultura y las costumbres, proclaman las leyes y las aplican a su antojo y cuando las presiones sociales y el aparato legal no bastan para someter a las mujeres más alzadas, interviene la religión con su innegable sello patriarcal. Lo imperdonable es que son las madres quienes se encargan de perpetuar y reforzar el sistema, criando hijos arrogantes e hijas serviciales; si se pusieran de acuerdo para hacerlo de otro modo podrían terminar con el machismo en una generación.
En todas las clases sociales, menos las privilegiadas por el dinero, la abnegación y el trabajo se consideran las máximas virtudes femeninas; el espíritu de sacrificio es una cuestión de honor, mientras más sufren por la familia, más orgullosas se sienten.
en 1967 apareció la primera publicación feminista sacudiendo el estupor provinciano en el cual vegetábamos.
En privado los chilenos tenemos la risa pronta y el chiste fácil, pero en público somos un pueblo de tontos graves paralizados por el temor de hacer el ridículo,
Habrían de pasar cuarenta años para aceptar mi condición y comprender que, con el doble de esfuerzo y la mitad de reconocimiento, había logrado lo mismo que a veces consiguen algunos hombres.
Cuesta imaginar hoy día que algo tan banal provocara semejante reacción, después de todo la infidelidad es tan antigua como la institución del matrimonio.
Nadie perdonó que la protagonista del reportaje tuviera las mismas motivaciones para el adulterio que un hombre:
en su vida no había tragedia, simplemente carecía de buenas razones para guardar lealtad a un marido que a su vez la traicionaba.
No le gustaba mi reputación de feminista,
me perdonaba las extravagancias porque en la vida real yo cumplía el papel de madre, esposa y ama de casa.
en la vida privada había interiorizado las fórmulas para la eterna felicidad doméstica.
No era tan sólo estupidez de mi parte, sino exceso de energía.
El feminismo no me alcanzó para repartir las tareas domésticas, en verdad esa idea no me pasó por la cabeza, creía que la liberación consistía en salir al mundo y echarme encima los deberes masculinos, pero no pensé que también se trataba de delegar parte de mi carga.
nuestros caminos se fueron separando más y más. Mientras yo me movía entre feministas, bohemios, artistas e intelectuales, él se dedicaba a sus planos, sus cálculos, sus edificios en construcción, sus partidas de ajedrez y juegos de bridge.
él permaneció fiel a sí mismo, ha cambiado poco a lo largo de su vida, pero yo le daba demasiadas sorpresas, ardía de inquietud, veía injusticias por todas partes, pretendía transformar el mundo y abrazaba tantas causas distintas que yo misma perdía la cuenta y mis hijos vivían en permanente estado de desconcierto.
He pasado cuarenta y nueve años a la carrera, en la acción y la lucha, tras metas que no recuerdo, persiguiendo algo sin nombre que siempre estaba más allá. Ahora estoy obligada a permanecer quieta y callada; por mucho que corra no llego a ninguna parte, si grito nadie me oye. Me has dado silencio para examinar mi paso por este mundo, Paula,
Ausente, muda y paralizada, tú eres mi guía.
En septiembre de 1970 Salvador Allende fue elegido Presidente por una coalición de marxistas, socialistas, comunistas, grupos de la clase media desilusionados, cristianos radicales y millares de hombres y mujeres pobres agrupados bajo el emblema de la Unidad Popular y decididos a embarcarse en un programa de transición al socialismo, pero sin alterar la larga tradición burguesa y democrática del país.
Allende tenía la imagen de un líder progresista empeñado en mejorar la situación de los trabajadores y superar las injusticias económicas y sociales, pero dentro de Chile la mitad de la población lo detestaba y el país estaba dividido en fuerzas irreconciliables.
¿Quién era Salvador Allende? No lo sé y sería pretencioso de mi parte intentar describirlo, se requieren muchos volúmenes para dar una idea de su compleja personalidad, su difícil gestión y el papel que ocupa en la historia.
La mitad de la población temía que llevara al país a una dictadura comunista y se dispuso a impedirlo a toda costa, mientras la otra mitad celebraba el experimento socialista con murales de flores y palomas.
Usted debe ser la peor periodista de este país, hija. Es incapaz de ser objetiva, se pone al centro de todo, y sospecho que miente bastante y cuando no tiene una noticia, la inventa. ¿Por qué no se dedica a escribir novelas mejor? En la literatura esos defectos son virtudes.
Allende no tenía mayoría en el Congreso y sus proyectos se estrellaban contra el muro inflexible de la oposición.
Nos considerábamos los suizos del continente.
El general se vio obligado a renunciar y el Presidente nombró en su lugar a Augusto Pinochet, un oscuro hombre de armas de quien nadie había oído hablar hasta entonces,
El país parecía fuera de control y Salvador Allende anunció un plebiscito para que el pueblo decidiera si continuaba gobernando o renunciaba para llamar a nuevas elecciones; la fecha propuesta fue el 11 de septiembre.
La idea de que los soldados pudieran perpetuarse en el poder no se le ocurría a nadie, ni siquiera a mi suegro, excepto a los que estaban en el secreto de la conspiración.
El racismo se le pasó antes de una semana cuando averiguó que en los Estados Unidos nosotros no somos blancos, sino hispánicos y ocupamos el peldaño más bajo de la escala social.
Sin Paula mi vida no tiene sentido. ¿Qué quiere Dios de mí? ¿por qué me atormenta de esta manera? Hicimos tantos planes...
Allende se despidió de su amigo de tantos años: no renunciaré, saldré de La Moneda sólo cuando termine mi período presidencial, cuando el pueblo me lo exija, o muerto.
Sus hijas no querían abandonarlo, pero a esa hora ya se había desencadenado el fin y por orden de su padre las sacaron a viva fuerza.

